lunes, 31 de agosto de 2015

Viaje a Nepal, via Qatar (Julio/15) Parte (I)





Viaje a Nepal (Julio/15), vía Qatar



¡Namaste!, bienvenidos a Nepal. Esa es la palabra más pronunciada en este bello y remoto país de Asia, en el que se encuentran las montañas más altas del mundo. Es difícil describir con palabras este recóndito lugar, ubicado entre los dos grandes territorios de India en el sur y China al norte. Es el país del Himalaya, de selvas, de costumbres ancestrales, de profundas religiones arraigadas a su gente, de pintorescos personajes con fuertes convicciones hinduistas, de plantaciones de arroz ubicadas en verticales terrazas…Montañeros, aventureros, trekkers, hippies, viajeros, y desde  hace ya algún tiempo turistas, son los que colocan a este país en su lista de países favoritos.
Con una superficie de poco más de 140000 km2,  es un país pequeño, en comparación con  los que le rodean, exceptuando el caso de Bután. Desde el punto de vista geográfico, Nepal lo podemos dividir en tres partes: zona sur, Terai, una zona llana con pocas elevaciones haciendo frontera con la India; zona central, compuesta por valles y colinas (como ellos dicen) que no superan los 3500 m de altitud; y por último la zona norte que linda con Tibet y China, es el Himalya, con ocho picos en Nepal que superan los 8000 metros de altitud. Nosotros hemos tenido   la   suerte   de   pisar   las   tres  zonas.   Parque   Nacional  Royal    Chitwan en Terai,

Valle de Katmandú y Pokkara en el centro, y un pequeño trekking de cuatro días por el Parque Nacional del Anapurna. 



Con unos treinta millones de habitantes, los nepalíes son mayoritariamente hinduistas con el 80% aproximadamente, un 15% budistas, un 3% musulmanes, y el resto cristianos. Es normal ver en las ciudades del valle de Katmandú, los templos hinduistas con algunos detalles budistas y viceversa.
 

Algunos de sus habitantes se consideran a la vez seguidores de las dos religiones. Los hinduistas creen en un único principio divino con tres manifestaciones principales: Brahma, Shiva y Vishnu. Para los budistas, que realmente no se considera una religión, sino una filosofía y un código moral de vida, no reconocen a ningún Dios, sino que plantea la existencia de una energía divina en la que debemos fundirnos después de una vida pura.
Aunque se dice que la mejor época para viajar a Nepal son en los meses de Marzo, abril, mayo y octubre y noviembre. Esto es cierto, si lo que queremos es hacer ascensiones importantes y trekking de muchos días, ya que en esas épocas la lluvia es escasa y los cielos están bastante despejados para disfrutar de las vistas. Desde mediados de Junio hasta mediados de Septiembre es época de monzón, esto quiere decir que llueve muchísimo y no es recomendable realizar largos recorridos de trekking. Nosotros viajamos en julio, mes de monzón, en el que tuvimos suerte por una parte y padecimientos por otro. Aunque prácticamente todos los días llovía, siempre era a partir del mediodía-tarde y por la noche. Así que aprovechábamos todas las horas previas para disfrutar de un paisaje frondoso y de un intenso color verdoso, y esto es suerte por la cantidad de agua caída. En los otros meses, al no caer agua es más seco. 



Suerte igualmente porque disfrutamos de las impresionantes vistas de algunos picos ocho miles como el Anapurna (8091 m), Dhaulaguiri (8167 m) y otros como el Anapurna sur (7219 m), el Fishtail (6993 m) siendo esta una cumbre sagrada para los nepalíes y que no se puede ascender, el Himchuli (6441 m) y el Nilgiri (7061 m). Y mala suerte ¿Por qué?, en época de monzón las sanguijuelas están en pleno apogeo.


  
 Como todos sabemos, son esos pequeños bichitos parecidos a los gusanos y que mueven su cuerpo en el aire buscando un cuerpo humano o animal. Una vez encontrado, se pegan y nos chupa la sangre. Haciendo el trekking, eran decenas, cientos las que estaban por todas partes. Se nos pegaban a la ropa y sobre todo se nos subían por las botas a cada paso que dábamos. Nuestro guía iba preparado. Dos saquitos de sal, si alguna sanguijuela conseguía aferrarse a nuestro cuerpo, estos se mojaban con agua y se colocaba encima de la sanguijuela provocando de esta forma que abandonase el cuerpo. Lo peor es, y ya contaré más adelante, cuando la tienes en tu propia habitación, sí en la cama, en el baño, por todas partes…¡esa noche se podrá dormir!


En cuanto a vacunas se refiere, yo digo lo de siempre, lo que la OMS me diga. Aunque no es ninguna obligatoria, si algunas recomendables. Yo en mi caso ya iba vacunado (por estar en la India el año anterior) o me vacuné de Hepatitis A y B, Tifus, Cólera, Tétanos, y por viajar a la zona sur, a la selva del Parque Nacional de Chitwan la médico nos dijo que esa zona era de riesgo de malaria, con lo que nos llevamos las pastillas malarone. Una vez allí, vimos que la malaria ya se había erradicado de la zona hacia años, con lo que solamente nos tomamos dos.  
Antes de viajar a Nepal debemos recordar algunas cosas: la hora local es +3:45 horas que en  España. Para entrar en el país es obligatorio el pasaporte en vigor y un visado que podemos sacar una vez que lleguemos al aeropuerto de Katmandú, previo pago de 25 € (para quince días, que fue mi caso) y rellenar algunos formularios. La moneda es la rupia, que a fecha de julio del 2015 daban unas 110 rupias por un euro. Saliendo desde Madrid o Barcelona en avión, lo normal es que hagáis escala en Turquía, Emiratos árabes o Qatar (fue nuestro caso). El precio puede rondar entre los 600-700 € I/v desde Madrid si lo sacamos con tiempo, llegando a los 900 si lo hacemos de un día para otro. Nosotros lo sacamos cinco meses antes. Sobra decir que siempre es conveniente hacerse de un seguro de viajes en el que cubra cualquier contratiempo de enfermedad o accidente. Más vale pagar y no usar, que caer malo y no tener cobertura.
 

Nepal es un país barato, muy barato. Aunque uno puede gastar miles de euros en dormir, comer, etc, eso dependerá de cada bolsillo. Pero para personas terrenales como nosotros y que intentamos ajustar al máximo el presupuesto, es un país muy barato. Aunque nosotros dos, Rosa y yo habíamos contratado los servicios de un guía local (leer más adelante) para los trece días, ya llevábamos bastante incluido en nuestro paquete: dormir, comer, transporte, actividades, permisos, entradas…
Para comer se puede pagar por persona como media entre 1 y 5 €. Nosotros solíamos comer cada uno un primer plato, por ejemplo alguna sopa, y de segundo uno a compartir, o incluso uno para cada uno con bebida de agua o algún lassi (yogurt batido normal, banana, chocolate…). Suelen cobrar de impuesto un 10% y después otro 13%. Nosotros solíamos pagar entre 800 y 1100 rupias (7-10 €) por los dos. Si lo que queremos para beber es cerveza entonces preparad el bolsillo. Oscilan entre los 300 y 400 rupias por una botella de 650 cl.
La comida, al igual que en la india es picante, siempre pica, aunque la pidas que no tenga muchas especies, siempre lleva. Antes de servirte una de las muchas salsas que te ponen, primero pruébala, salvo que quieras salir corriendo en busca de un chorro de agua. Cuando lleva varios días ya te acostumbras. Es un poco monótona y repetitiva, casi siempre lo mismo. Yo creo que nosotros pedimos todas las posibles, y según recuerdo no pasaba de seis. Arroz, mucho arroz, siempre arroz.


Dal Bhat chicken arroz hervido y varios cuencos de latón con verduras cocidas y curry, salsa con pollo, sopa de lentejas y otras salsas. El plato favorito de los nepalíes.
Mo-mo chicken o de verduras. Unos raviolis tibetanos relleno de pollo o de verduras con sus salsas correspondientes
Spring Roll unos rollitos crujientes rellenos de una mezcla de verduras con su consabida salsa.
Potato Rosty torta de patata mezclada con queso y todo ella gratinada
Tandori chiken pollo frito muy crujiente con varios ingredientes
Naam o Butter Naam tortas de harina muy ricas y que se comen en forma de pan
A partir de ahí podemos comer alguna musaka griega, como hicimos en pokkara, alguna pizza también en el mismo sitio, y algunos platos de pastas italianas, sobre todo espaguetis.
Dormir, depende donde. Puede ser muy caro o muy barato, tremendamente barato. Por ejemplo dormir en los lodge cuando se hace el trekking puede costar la habitación doble 4 €, pero después en estos lugares apartados en las montañas los compensan con la comida. Desayuno 3 €, almuerzo y cena 10 €.


 En las ciudades depende del bolsillo, desde 4 € (tenemos que ser conscientes donde dormimos, con inquilinos que corretean por el suelo y las paredes) hasta cientos de euros. Decentemente por 10-15 € es un buen precio y un buen lugar.
En nuestro caso, en Pokkara y Chitwan dormimos en ambos hoteles muy buenos. Confortables, limpios, buen servicio. Hoteles preparados para viajeros occidentales. En Katmandú, el hotel donde nos hospedamos nos daba el avío, pero eso solo, nos daba cobijo. El personal muy atento y servicial, al igual que el desayuno, el cual siempre tomábamos en un tranquilo jardín. Pero…la limpieza se tiene que esmerar bastante, tienen que ser más consiente de dicha higiene. Por último, los días de trekking, dormimos en lodge, lugares ubicados en las montañas, en donde normalmente se comparte el baño. Si tienes suerte te bañas con agua caliente, o con un barreño y un jarro. Si la luz se va (que es lo normal), siempre hay una vela para acceder al baño a media noche entre una fuerte tromba de agua. En muchas ocasiones los malos olores te indica la dirección del baño, para que no te pierdas. Es lo que hay, estamos en las montañas. Podemos tener suerte, y no compartir el baño, lo tenemos en la misma habitación, pero como contrapartida, tenemos que mirar bien donde pisamos, de lo contrario si estamos adormilados, no hay luz, y en un despiste salgamos del baño con alguna sanguijuela en el cuerpo. Tenemos cama donde dormir, con lo que tenemos suficiente tras kilómetros y horas de marcha. Hay que adaptarse, y nosotros estamos en Nepal para adaptarnos, con lo que compensa estos alojamientos, por su ubicación, su belleza y su gente.


En cuanto al transporte y las carreteras, que decir. Recordemos que Nepal es un país eminentemente montañoso, con lo que exceptuando la zona del sur, todas las ¿carreteras? tienen infinidad de curvas, subidas y bajadas. Es lógico, igual pasa por ejemplo en Suiza o Austria. Pero claro esto es Nepal, no es centro Europa, con lo que a todo esto hay que añadir cientos de camiones cargados hasta arriba, socavones en  las carreteras=carriles=pistas por los que de pronto tenemos que frenar rápidamente o si por lo contrario preferimos despeñarnos. Los trayectos se hacen interminables.
Por ejemplo, una ruta de 200 km, unas siete horas, haciendo una parada de media hora para que el conductor se relaje y de paso pueda comer algo. Lo peor, aunque milagrosamente están todos los conductores acostumbrados, son los adelantamientos. Es imposible pensar que uno no va a tener el accidente. Da igual cuando se adelanta, lo importante es adelantar. Da igual que se vea, o que venga quien venga de frente, pero público, no os preocupéis porque en el último instante, en el último segundo, en el último milímetro el adelantamiento ha llegado a culminarse. Por fin, durante algunos minutos y otros tantos metros podremos tragar saliva…pero por poco tiempo, ahí va otro adelantamientooooo.
Como en cualquier país de este tipo el regateo está a la orden del día. Siempre que compremos algo hay que regatear, sí o sí. Del precio que nos den, que será bastante alto, ya sabemos que se debe quedar en la mitad o menos. Esto será siempre así, salvo que queramos pagar más. Yo en muchas ocasiones, y que reconozco que me gusta regatear, he bajado a precios, que cuando los pasaba a euros, al final le he dado más de forma voluntaria o como ayuda. Se han quedado extrañado que después de bajar el precio le haya dado más. En muchas ocasiones, son gente que lo necesitan, incluso para comer, sobre todo si la compra la hemos efectuado en lugares más apartados y locales. 



En cuanto a la propina, aquí en Nepal, no he notado esa persecución tan insistente por conseguirla. Creo que si el servicio es bueno se debe  dar, pero sino, nada de obligación. En nuestro caso y por lo bien que se portaron nuestros guías y sherpa, no solamente le dimos una propina, una ayuda (por lo del terremoto, explicado más adelante) sino que también además invitamos a varias comidas celebrando el trekking conseguido y despedida.
Cuando en agosto del año 2014 regrese de la india, sabía que mi próximo destino en este continente sería Nepal. Ya hacía cinco años atrás que un compañero de mi club de montaña había estado en ese país, me quedé hipnotizado al escucharlo cuando contaba las maravillas de Nepal. Así que en julio del 2014 recibí una llamada de Víctor, mi  compañero del club, indicándome que había venido a Sevilla Shishir, el guía que tuvo en Nepal. Como sabía que yo estaba interesado en ese país, quedamos una tarde para pasear y tomar unas cervezas por Sevilla. Me lo presentó, y ese fue el origen de mi visita a Nepal. En los siguientes meses  estuvimos en contacto por correo, concretando fecha e itinerario. De este modo ya en febrero del 2015 tenía sacado los billetes para volar a Katmandú, vía Doha en Qatar.


Sin lugar a dudas no hay una persona mejor para tenerlo como guía que a Shishir. Excelente profesional, buena persona, y siempre pendiente de nuestras peticiones. Para cualquiera que esté interesado en contactar con él, ahí van sus datos: shishir Dhakal, agencia Ambition Himalaya, ubicada en el barrio de Thamel, Katmandú. shishirdhakal@hotmail.com ese es su correo. Y qué decir de su otro compañero Rama, con su excelente castellano, está empapado de conocimientos de las tradiciones y cultura nepalí. Nos estuvo mostrando todos los rincones del valle de Katmandú, explicando las complicaciones políticas del país, curiosidades…Una persona culta, educada y tremendamente refinada.
Había viajado por muchos países del mundo en su época como músico y ahora colaboraba con Shishir. Y  por si me quedase corto, tuvimos un sherpa que nos acompañó en el trekking que hicimos por el Himalaya, Dyam (o algo así, era un nombre raro). Poco corpulento, bajito, pero muy fuerte. Era un hombre de pocas palabras pero siempre pendiente de lo que nosotros necesitábamos y tremendamente servicial. En la mitad de nuestro recorrido cayó malo con fiebre (quizás por una fuerte tromba de agua que nos cayó en uno de los días), nos volcamos con él, y al día siguiente ya estaba como nuevo.
El 25 de abril de este mismo año, y a solo dos meses y medio de nuestra salida hacia Nepal, un fuerte seísmo de magnitud 7,8 sacudió las entrañas de este país, colocando el epicentro del terremoto en el valle de Langtang, a no muchos kilómetros al norte del valle del Katmandú. La televisión, radio, prensa de todo el mundo, daba la noticia de tal tragedia. Decenas, cientos y miles de fallecidos se iban contando por días.
Zonas que habían quedado devastadas, pueblos sepultados bajo el lodo. Trozos de montañas desprendidas. Una verdadera tragedia. Se contabilizaban más de 8000 mil muertos, miles de heridos y cientos de desaparecidos. El mundo entero se volcaba con Nepal. Además, recordemos que era temporada alta para las expediciones de  montaña (cumbres de ocho miles), con lo que muchos montañeros murieron y otros tantos desaparecieron y hoy siguen sin aparecer.
 
La noticia la recibí como un jarro de agua fría, ya no solamente por las dimensiones de la tragedia, sino porque mis ilusiones puesta en ese país recibió un fuerte hachazo. Recuerdo que ese día estaba de ruta de montaña por Andalucía cuando mi móvil no dejaba de sonar. Compañeros y familiares me daban la noticia. En ese momento el caos en Nepal era evidente, lógico, acababa de suceder. Quedaba todavía dos meses y medio, con lo que yo seguía con mis planes. Familiares y amigos ya me empezaban a decir que estaba “loco” por querer seguir con la idea de viajar a tal destrozado país. Pero, si no fue poco lo que pasó, dos semanas después, la tierra tembló de nuevo, en esta ocasión la magnitud del seísmo fue de 7,3. Con lo que  todo aquello que había quedado en pie, ahora ya se vino abajo. La pesadilla se volvió a repetir. En esta ocasión, el epicentro se ubicó cerca de la montaña del Everest, con lo que de nuevo, muchos montañeros perecieron en el acto y miles de personas por el valle de Katmandú. Esto sí que me pegó  un palo, solo quedaban  dos meses para nuestra partida.
Llevaba varios días intentando contactar con Shishir, mi guía, para ver cómo estaba la cosa por allí, y si él, o parte de su familia o allegados habían resultado heridos. Todos los días miraba el correo, y ninguno de ellos tenía noticia. Una mañana el móvil me sonó, era un correo de Shishir. Ningún miembro de su entorno había resultado herido, así que pegué un salto de alegría al recibir tan buena noticia. Contacté con la aerolínea Qatar airways, para ver si había alguna incidencia sobre los vuelos. Los de esos días estaban todos cancelados. Nepal estaba inmerso en un caos a la espera de ayuda exterior. Para dos meses vistas ya se vería… Todas las agencias de viaje habían cancelado sus vuelos, los clientes dieron marcha atrás en ese destino y lo cambiaron por otro. Rosa, mi pareja y compañera de viaje no estaba por la labor de seguir hacia adelante. Por un momento y atendiendo a sus deseos, miramos la posibilidad de cambiarlo por Tailandia. No puse demasiadas energías en el cambio, era demasiada ilusión la que tenía puesta por Nepal…así que llegado el 15 de julio partimos hacia Nepal.


Algunos niños siguen jugando en las calles, ajenos a tanto desastre. Los mayores contemplan horrorizados muchos rincones de Bhaktapur, totalmente derruido.



Sus habitantes hacen su vida normal; van de compras, a los colegios. Las tiendas siguen vendiendo suvenires a los pocos turistas que se ven por las calles. Hay que seguir la rutina diaria…pero en muchas ocasiones, sorteando montones de escombros.


Itinerario

Día 1    Sevilla-Madrid-Doha (Qatar) Dormir: hotel Plaza Inn 
Día 2    Doha-katmandú Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 3    katmandú Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 4    katmandú-Pokhara Dormir: Hotel Trekkers In
Día 5   Pokhara-Nayapul (inicio trekking): Nayapul-Birethanti-Mathathanti-Ramghai-Hile-tikhedhunga Dormir: Lodge laxmi guest house 
Día 6  tikhedhunga-Ulleri-Bhantanti-Mangethanti-Ghorepani-Dormir: Lodge Sunny guest house
Día 7 Ghorepani-Poon Hill-Deurali- Bhantanti-Tadapani-Dormir: Lodge Himalaya Tourist
Día 8  Tadapani-Ghandruk-Kimche-Seulibazar-Birethanti-Nayapul (fin trekking)-Pokhara Dormir: Hotel Trekkers In
Día 9   Pokhara Dormir: Hotel Trekkers In
Día 10 Pokhara-P.N Chitwan Dormir: Hotel Rain Forest
Día 11 P.N Chitwan Dormir: Hotel Rain Forest
Día 12 P.N Chitwan-katmandú Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 13  Katmandú-Valle de Katmandú: Patán y Bhaktapur-Katmandú Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 14 Katmandú-Doha Dormir: Avión
Día 15 Doha-Madrid-Sevilla
   Itinerario realizado por nepal


 
TREKK NAYAPUL-GHOREPANI-POON HILL-NAYAPUL




Día 1. Sevilla-Madrid-Doha

Cuando inicialmente sacamos los vuelos hacia Katmandú, lo hicimos haciendo una escala en Doha (Qatar), con tres horas para efectuar el cambio de avión. Un mes y medio antes de partir, recibí un correo de Qatar airways en el que nos habían cambiado el vuelo (posiblemente por restructuración debido al terremoto) en el que de las tres horas había cambiado a más de ocho horas, y además pillando la noche. Concretamente llegábamos a Doha a las 23:20 y el siguiente vuelo hacia Katmandú partía a las 7:55, con lo que tocaba toda la noche en el aeropuerto. Como superaba las ocho horas de escala, la política de Qatar airways es que si la espera es superior a ese tiempo te ponen hotel gratis, y al igual que te recogen y te llevan en transporte gratuito al aeropuerto. De este modo me enviaron por correo dicha autorización para obtener el “visado de transfer” y una vez en el aeropuerto empezaríamos a gestionarlo.
Así que empecé a darle vuelta a la cabeza, y me dije, porque no aprovechar el momento de esa escala y visitar algo de Doha, aunque fuese de noche. Por lo menos fotografiar el famoso skyline de la ciudad totalmente iluminada.

 


La aerolínea Qatar airways tiene la reputación de ser la mejor del mundo, y es cierto. La atención, el avión, las comidas son excelentes.

Pero claro, hasta el momento de la llegada al aeropuerto no sabía que hotel nos habían asignado, y como estaría de lejos para hacer una escapada. Pensamos, sobre la marcha decidiremos.

Efectivamente a las 23,20 aterrizamos en Doha, habiendo salido de la T4S de Madrid a las 15:35.

Por cierto, explicaré lo de la T4 y la T4S que tantos quebraderos de cabeza no han traído a los viajeros que partimos de esta terminal.
Se encuentran muy distante una de la otra, ambas comunicadas por un tren subterráneo. Se factura y se hace el check in en la T4, pero no se embarca en esa terminal. Una vez facturado, nos dirigiremos hacia ese tren que ya nos llevará hasta la T4S (satélite) en donde ya nos dirá la puerta de embarque a donde nos tenemos que dirigir. Parece difícil, pero no lo es.


El aeropuerto de Doha es espectacular, bien cuidado, muy bien atendido y con una plantilla enorme de trabajadores intentando ayudar a los despistados como nosotros. La tarea que teníamos por delante no era fácil. De momento tuvimos que subir a la primera planta (transfer desk) a donde nos teníamos que dirigir para gestionar lo del hotel, ventanilla nº 16. Allí nos dieron la reserva del hotel y un documento que nos serviría de visado para entrar y salir del país. Nos dirigimos hacia la salida para que nos recogiera algún transporte, pero ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Quién?, esa eran nuestras curiosas preguntas. De momento seguimos los cauces normales: control de equipaje, control y sellado de pasaporte por inmigración, y ya fuera, antes de salir a la calle, y mostrando nuestro documento de hotel y visado, un señor nos recogió en una furgoneta para llevarnos a nuestro hotel. Perfecto una eficacia 100% y muchísimo personal atento. A todo esto nuestro reloj ya marcaba en torno a la 1 de la madrugada, con lo que la escapada a Doha se veía un poco complicado. Era tarde, y el cansancio se notaba en nuestros cuerpos tras un largo día de viaje (siete horas de vuelo y seis de coche, más las esperas correspondientes).


El hotel estaba relativamente cerca (unos 20’) del aeropuerto, el Plaza Inn, un hotel de cuatro estrellas, con muy buena pinta y de categoría bastante superior a los que nosotros acostumbramos pisar cuando viajamos. El calor a esa hora de la noche era asfixiante, especie de una calima se notaba en el ambiente, nuestros cuerpos estaban empapados.



Sobre la 1:30 estábamos en la recepción del hotel a la espera de que nos asignasen la habitación. Pregunté a qué hora nos recogerían para llevar al aeropuerto. A las 4:30 nos despertarían y a las 5:00 nos acercarían al aeropuerto. Ahora sí que estaba claro, imposible dar una vuelta por Doha.
 


Demasiado cansancio, y poco tiempo para dormir. Así que subimos a la habitación, una estupenda habitación, y poco antes de las 2:00 ya estábamos dormidos.
A la hora pactada sonó el teléfono, 4:30, puntualidad británica. El tiempo de asearnos, preparar las mochilas y para abajo. Era totalmente de día, a esas horas ya se notaba un intenso calor. En la furgoneta nos acompañaba también una familia de árabes, el marido vestía  su típica indumentaria blanca, el Thawb o Thobe o Suriyah; una túnica larga y ancha que llega hasta los tobillos y que es la habitual en Qatar. Ella tapada con su correspondiente hiyab (velo) cubriendo la cabeza y parte del rostro.


Así que media hora después ya estábamos en el aeropuerto internacional de Doha, el Amad inernational airport.
Ya en el éste, vimos bastantes mujeres vestidas de negro y cubriéndose el rostro del consabido burka (abarca todo el cuerpo con solo una rejilla en la cara para permitir la visión) y niqab (igual que el burka pero sin rejilla). Otras visten el shador (típica de las mujeres iraníes), otras el khimar (velo en forma de capa que se extiende hasta la cintura y cubre el cabello, cuello y hombros, dejando al descubierto el rostro)…
Siempre que vemos a estas mujeres, nos hacemos la misma pregunta, o por lo menos yo. ¿Se trata de una obligación religiosa, de una recomendación o de una opción por cuestión cultural? Pues bien, eso dependerá del país islámico, en algunos se exigirá como código de vestimenta islámica, y se aplica estrictamente, son los casos de Pakistán, Afganistán e Irán. Otros países como Turquía, Marruecos, Túnez o Egipto y otros más lo toman como una sugerencia.
Ya dentro del aeropuerto pasamos todos los controles de equipaje, de pasaporte y visado, y nos dirigimos hacia nuestra puerta de embarque. El pasillo es larguísimo, a ambos lados cafeterías, sala de juegos, ordenadores para consultar, zona de recreo para los críos. Una gozada de aeropuerto.
 


Nos acercamos a una de las cafeterías y pedimos un par de cafés (se puede pagar con euros, nosotros lo hicimos). 1 €=4 ryal qatarí. 5 € cada café, como se nota que estamos en un país de los petrodólares.


Ya a las 7,55 partimos hacia Katmandú, cuatro horas y media de vuelo.


Día 2. Doha-katmandú



Tras un cómodo vuelo y una buena comilona servida en el avión, aterrizamos en aeropuerto de Katmandú sobre las  15:30 (hora local). El cielo estaba algo gris, con ganas de caer algún pequeño chubasco. Tras bajar del avión nos encontramos con la bienvenida a Nepal.
Ya en la entrada al aeropuerto (por cierto con una diferencia abismal con el de Doha, aquí todo más casero) lo primero que tendremos que hacer es rellenar los correspondientes formularios (hay cientos repartidos por los muebles y mesas) para el visado. Primero el correspondiente al pago (25 €, para 15 días), y después otro que presentaremos junto con el pasaporte. Una vez realizado el trámite, a recoger nuestro equipaje. Una cosa que si me llamó la atención es que en la salida del aeropuerto había un señor comprobando que las maletas eran realmente las nuestras, cotejándolo con nuestros billetes.
 


Ya en la calle estaba Shishir esperándonos. Aunque tenía un cartel con mi nombre, ya lo conocía, así que nos saludamos y en un coche particular nos dirigimos hacia nuestro hotel. Lo primero que me sorprendió con respecto a la India son las pocas vacas que se ven por las calles, prácticamente inexistentes, también me llamó la atención, que aunque hay caos, es menor que en la India. Y por último, la práctica ausencia del colorido en  las ropas, la gente, menos suciedad (no se ven los amontonamientos de basuras), menos puestos callejeros de comida…a voz de pronto, aunque parecidos, pero había diferencia con la India.




Una vez en el hotel, nos instalamos, atendiéndonos un personal muy majo. Pero como ya comenté anteriormente tienen que cuidar la limpieza y los enseres de la habitación, puertas y sobre todo del baño. Nosotros porque no somos delicados, pero cualquier otro huye del lugar. Deben de estar más atentos a lo que un hotel requiere en los mínimos (ya sé que estoy en Nepal y por eso me quedé muy a gusto con un personal súper simpático).
El hotel está muy bien ubicado en el popular barrio de Thamel. Habíamos quedado con Shishir a las 19,30 para irnos a cenar, con lo que teníamos varias horas para pasear por el barrio e ir adentrándonos en la cultura nepalí.

Un barrio en donde se encuentran cientos de tiendas de material de montaña, de suvenires, restaurantes, guest house, hoteles… Los tenderos salen a nuestro encuentro cada vez que pasamos por delante de sus tenderetes. Pero para suerte de nosotros y desgracia de ellos, no hay prácticamente turistas, las tiendas están desoladas, solo algunas parejas de viajeros intrépidos al igual que nosotros. El motivo era evidente. Hacía poco que sucedió lo del terremoto y toda la gente que tenía previsto viajar a este país, canceló su viaje. Así que andar por sus calles era un reclamo permanente.
El barrio de Thamel es uno de los más famosos de Katmandú, aquí históricamente se han dado cita muchos hippies, montañeros, aventureros, viajeros y turistas, de ahí la fama de este  barrio. Pero además si nos adentramos por muchos de sus callejones podemos descubrir algunos rincones hinduistas y budistas.
 


Es muy habitual encontrarnos con los vendedores de frutas, sobre todo de bananas, mangos (están riquísimos) y granadas. Los llevan en unas espuertas tiradas por una bicicleta, están por todas partes, y como no, hay que comprarles.
 


De vez en cuando entramos en alguna tienda para ojear un poco, y de paso vamos viendo como llevan el tema del regateo para compras posteriores. Como es habitual y con el poco negocio que tienen, los precios caen por los suelos.


Ya sobre 19,30 nos reunimos con shishir para irnos a cenar a un restaurante típico nepalí en el que disfrutaríamos de  bailes y comida de la zona. Estaba muy cerca de nuestro hotel, pero antes nos acercamos a una de las muchas oficinas de cambio para conseguir algo rupias. Son muchas las oficinas que existen por todo el barrio. No tienen competencia entre ellas, ya que no cobran comisión, y el cambio lo tienen exactamente a la misma cantidad. En el tiempo que estuvimos allí lo cambiamos por 1 € entre 106 y 110 rupias.

Shishir nos llevó a su oficina, nos la enseño y allí estuvimos intercambiando información sobre el plan de ruta de los siguientes 13 días, en el combinaríamos un trekking por el Himalaya, actividades en la selva con animales y visitas culturales, arquitectónicas y religiosas en Pokkara y el Valle de Katmandú.



Debido a la falta de turismo por el motivo ya explicado anteriormente, en el restaurante solo nos encontrábamos nosotros tres únicamente comiendo. Así que por un momento dudamos que salieran los bailarines a danzar.
  

Pedimos el famoso Dal bhat, varios aperitivos de entrada y una refrescante cerveza nepalí. La música empezó a sonar y una  pareja  de  bailarines  interpretaron varios bailes nepalíes.
Echamos un buen rato, y tras un par de horas de fiesta regresamos al hotel.
 

Día 3. Katmandú


A las ocho de la mañana ya nos habíamos levantado y desayunado en el pequeño jardín del hotel. Un buen manjar: tortilla con verduras, patatas cocidas rehogadas con vegetales, tostadas con mantequilla y mermelada y el consabido café con leche. Este sería el desayuno habitual en todos los días que estuvimos en Nepal.


A las nueve de la mañana habíamos quedado con Rama, nuestro guía experto para mostrarnos los bellos rincones de Katmandú.



Con un coche a disposición nuestro, durante toda la mañana visitaríamos hasta las cuatro la tarde que llegamos al hotel, los siguientes lugares: La Estupa budista de Swayambhunath (200 rupias la entrada), Basantapur con la plaza Durbar (750 rupias), La Estupa budista mayor Boudhanath (250 rupias) y el templo y recinto hinduista Pashupatinath (1000 rupias) con cremaciones en el río.

                      La Estupa budista de Swayambhunath o templo de los monos


Tras atravesar parte del laberinto de calles de Katmandú, nos dirigimos hacia esta Estupa, ubicado en lo más alto de una colina. Por desgracia, en cada uno de los recintos que iremos visitando del valle de Katmandú podremos ir comprobando en mayor o menor medida los desastres del terremoto producido meses atrás.
Antes de nada veremos que es una Estupa. Es un tipo de arquitectura budista hecha para contener reliquias que deriva probablemente de los antiguos túmulos funerarios.


Cuando llegamos a este lugar tendremos que subir por unas escaleras a lo más alto de la colina. Los monos ya los vemos correteando alrededor nuestro. ¡Ojo con las cosas de valor que llevemos sueltas, e incluso si llevamos algo de comida en la mochila! Antes de que te des cuenta te dan el zarpazo. Varios tenderetes de artesanía y algunas imágenes de buda vamos viendo en nuestra ascensión. Ya en el templo, podemos observar algunos de los destrozos ocasionados por el terremoto. Muchas mujeres acarrean los ladrillos para su reconstrucción.

Los ojos de buda pintados en cada una de las caras de la torre de la estupa “el Buda que todo lo ve” son uno de los símbolos más reconocidos del país. El origen de esta estupa se pierde en la noche de los tiempos, probablemente en los primeros siglos antes de nuestra Era.



Cuando llegamos nos llama la atención un estanque en el que al igual que en otras partes del mundo los devotos, creyentes o seguidores lanzan una moneda y debe de colar en un recipiente, si se acierta la buena suerte nos acompañara en nuestros días.
  


Que no tenéis monedas sueltas, no os preocupéis, aquí una señora os cambiará tantas monedas como queráis, y ala, a tentar la suerte.
 



En la gran base de la estupa podemos ver unos cilindros rotatorios que los budistas hacen girar para extender sus plegarias, igual función tienen las banderitas de colores que cuelgan en la cuatro direcciones  desde la espiral superior del monumento, y que siempre hay que recorrer en el sentido de la agujas del reloj.
  

Durante algo más de media hora estuvimos recorriendo y observando todos los detalles del templo. Un sacerdote budista atiende a las plegarias y donaciones de algunos de los fieles. Otros hacen entrega de sus ofrendas.


Algunos obreros poco a poco van reconstruyendo los destrozos ocasionados por el terremoto. Es triste ver un lugar tan bello y que parcialmente este resquebrajado por la fuerza de la naturaleza. ¡Queda mucho trabajo por hacer!
  


Estos templos del valle de Katmandú están protegido por la Unesco como patrimonio de la Humanidad, por lo que actualmente están recaudando dinero como ayuda internacional.
  


Junto al templo nos podemos asomar a unas terrazas con excelentes vistas  hacia el valle de Katmandú. Nos reunimos de nuevo con nuestro guía Rama, y tras algunas explicaciones del budismo partimos hacia nuestro siguiente destino.
  

LA PLAZA DURBAR
 
 

La plaza Durbar es el corazón de la ciudad antigua de katmandú, realmente son tres plazas contiguas, encontrándose en una de ellas el Palacio Real, y repartidos entre ellas varios templos hinduistas en forma de pagoda.



Aquí de nuevo podemos ver algunos de los templos   reducido  a escombros, otros apuntalados parcialmente y los menos totalmente intactos.
 

Al entrar, lo primero que nos encontramos es con algunos farsantes imitadores de los sadhus (monjes hinduistas que siguen el camino de la penitencia y de la austeridad para obtener la iluminación). Para ellos (los verdaderos) es la cuarta fase de la vida en la religión hindú, después de estudiar, ser padre y de ser peregrino. La tradición sadhu consiste en renunciar a todos los vínculos que les unen a lo terrenal o material en la búsqueda de los verdaderos valores de la vida. Suelen llevar un tridente simbólico y se pintan tres rayas de ceniza en su frente para representar los tres aspectos de Shiva en su búsqueda para destruir las tres impurezas (egoísmo, acción con deseo y el maya).  

Llevan túnicas de color azafrán, que significan que han sido bendecidos con la sangre fértil de Parvati, la consorte de Shiva. Pero estos no lo son, simplemente es un reclamo para losturistas, y que a cambio de hacerles una fotografía, te piden dinero.

 


 CONTINUA EN PARTE II

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