martes, 7 de junio de 2016

Ruta por Grecia (mayo/16) Montañas y mucho más...




Todo comenzó, cuando en una de las rutas de montaña, Joaquín me propuso subir al Monte Olimpo, la montaña más alta de Grecia (2918 msnm). A partir de ahí le fuimos dando forma y planificando nuestro itinerario por ese país situado a las puertas de oriente. Ese fue el inicio de este fantástico viaje en el que íbamos a combinar la subida a dos montañas (Olimpo y Parnaso), recorrer la garganta más profunda del mundo (Vikos), visitar las ciudades de Atenas y Salónica, un viaje en barco por los monasterios del monte Athos, los puentes de Kipi, un recorrido por la antigua Delfos, y como no, los impresionantes monasterios ortodoxos de Meteora.



De este modo, nos pusimos en marcha con la planificación los cuatro compañeros del club: Manolo S, Lorenzo, Joaquín y yo. Empezamos a mirar lugares donde pernoctar, alquiler de coche, rutas de montaña, carreteras, barcos, horarios, avión…dando al final una excelente ruta, en la que podríamos puntuarla como sobresaliente.
Fueron nueve días intensos, en los que recorrimos un total de 2000 kilómetros, transitando las regiones de Grecia Central, Epiro (haciendo frontera con Albania), Macedonia y Tesalia. Los cuatro primeros días fueron duros, acumulamos en nuestras piernas fuertes ascensiones, senderos y montañas, el resto nos lo tomamos con más calma, un poco de todo.




Desde el punto de vista administrativo, Grecia está dividida en nueve regiones, seis de ellas peninsulares y las otras tres insulares.



1.   Tracia
2.   Macedonia
3.   Tesalia
4.   Epiro
6.   Peloponeso
9.   Creta


ITINERARIO REALIZADO


 Día 1. Sevilla-Barcelona-Atenas-Delfos  Dormir en Delfos, hotel Arión (40 € habitación doble con D.I).

Día 2. Delfos-Monte Parnaso-Efeso-kalambaka (Meteora)  Dormir en kalambaka, hotel Kosta famisi (44 € habitación doble D.I).

Día 3. Monasterios de Meteora Dormir en kalambaka, hotel Kosta famisi (44 € habitación doble D.I).

Día 4. Kalambaka-Monodendri (Viko)  Dormir en Monodendri, ladias Guest House (40 € habitación doble D.I).

Día 5. Monodendri-Refugio monte Olimpo  Dormir en refugio, 11 € con tarjeta federativa.

Día 6. Refugio monte olimpo-subida al Mitika (2918 m)-Tesalonica Dormir en Tesalonica, hotel mandrino (52 € habitación doble D.I).

Día 7. Tesalonica-Monte Athos-Tesalonica Dormir en Tesalonica, hotel mandrino (52 € habitación doble D.I).

Día 8. Tesalonica -Atenas Dormir en Atenas, hotel Euripides (70 € habitación doble D.I).

Día 9. Atenas-Barcelona-Sevilla

Día 1. Sevilla-Barcelona-Atenas-Delfos



Este primer día sería prácticamente de viaje, ya que salimos de Sevilla a las 9:55, llegando a Barcelona a las 11:25. De Barcelona salimos hacia Atenas a las 13:20, llegando a las 17:05. Recoger el coche en el aeropuerto y partir hacia Delfos (unos 220 km); sobre las nueve de la noche llegamos a nuestro destino.
El tiempo justo de dejar los bártulos en el hotel y salir a dar un paseo por Delfos y buscar algún lugar donde comer. En el hotel nos recomendaron un buen sitio, en donde dijeron que ponían unas excelentes musaka (y acertaron), restaurante In Delfis.
Delfos está situado junto al golfo de Corintio, a unos 15 km, pudiéndose ver las montañas de la península del Peloponeso. Es el primer destino de Grecia en cuanto a historia y restos arqueológicos, ya declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

Día 2. Delfos-Subida al Monte Parnaso, Liakouras (2.457 msnm)-Delfos-kalambaka (Metora)


A las siete de la mañana habíamos quedado para desayunar, por delante tendríamos un largo día de montaña, visita y carretera.
Lo primero que hice fue asomarme a la magnífica balconada que nos habían dado con vistas al golfo de Corintio. Tras un estupendo y suculento desayuno partimos hacia el monte Parnaso.

Antes de partir, planteamos la posibilidad de dejar el equipaje en el hotel, ya que a la vuelta tendríamos que pasar de nuevo por Delfos, así lo hicimos. Tras algo más de una hora y media, muchas curvas  y unos 50 km, llegamos al Monte Parnaso. Allí estábamos solos.



Una vez situados en el último aparcamiento de la estación de esquí (1600 msnm), aparcamos el coche y con una ligera brisa y con buen tiempo empezamos a subir.



Por delante nos espera una ruta circular de unos 12 km, 900 metros de desnivel acumulado y unas seis horas de recorrido.
En la mitología griega, Parnaso fue hijo de Poseidón y de la ninfa Cleodora, héroe epónimo de la cadena montañosa que se extiende entre los territorios de los dorios y los focenses.
Se le atribuye la fundación del oráculo de Delfos, que luego habría de ocupar Apolo, en la ladera del denominado monte Parnaso, en el que tenían su morada las Musas, que acudieron llamadas por este dios procedentes del monte Helicón.


Por esa razón se considera al Parnaso como la patria simbólica de los poetas, y, por extensión, se ha venido usando para titular recopilaciones de autores de las más prestigiosas obras artísticas y literarias.
En la ladera meridional del Parnaso está situada la fuente Castalia y el santuario panhelénico de Delfos, dedicado a Apolo, donde estaba el oráculo de Delfos.


Esta ruta, aunque inicialmente, la esperamos más facilona, al final resultó una buena ruta montañera, ya no solo por los subes y bajas y por el tipo de terreno (en algunas zonas) sino porque llegando a la cumbre se levantó un fuerte ventarrón, que incluso a veces nos costó ascender hasta la cima.


En la primera parte subimos por una pista, paralela a los remontes, que dicho de paso nos resultó un tanto aburrida, pero cuando llegamos al collado (2250 msnm) la cosa cambió. Junto a nosotros unas moles de roca parcialmente cubiertas de nieve nos hicieron cambiar el paisaje.


Con el sendero perfectamente indicado con marcas rojas, lo fuimos siguiendo teniendo que pasar por algunos neveros y alguna que otra brusca bajada.


Cuando aparecía frente a nosotros un pico pensábamos que era el Liakouras, y así en par de ocasiones, pero después de algo más de dos horas de marcha, por fin apareció, allí está el mítico Parnaso.


Nos acercamos a su base, soplándonos ya un fuerte viento. Empezamos a subir por su fuerte repecho.
Cada uno a su ritmo, y haciendo varias paradas para  recobrar el aliento, poco a poco y pasadas las tres horas coronamos la cumbre.
Arriba el viento era insoportable, a veces nos lanzaba hacia el cortado. En más de una ocasión nos teníamos que tirar al suelo.

Manolo había quedado muy atrás en la subida, así que teníamos que animarlo para que llegase a la cumbre. Joaquín y Lorenzo se bajaron para abajo, y yo abrigándome todo lo que pude y tumbado en el suelo esperé la llegada de Manolo. Al rato y acompañado por Lorenzo llegó nuestro compañero, inmortalizándolo en el Liakouras.

Rápidamente empezamos a bajar por el sendero (que ahora si lo vimos) y que bajaba junto a grandes cortados, por lo que tuvimos que andar con muchísimo cuidado ya que el viento nos lanzaba hacia el vacío.
Una vez en la hondonada, en vez de subir de frente (por donde vinimos) tiramos por la derecha siguiendo un track que se había bajado Lorenzo. Nos metimos en un caos de rocas, y así hasta el collado (2250 msnm).

Aquí hicimos nuestra merecida parada para comer algo y de nuevo hacia abajo con dirección a los coches.
Manolo y Joaquín bajaron por el mismo lugar de subida (siguiendo los remontes), Lorenzo y yo completando la ruta circular bajamos paralelos a los remomtes pero por la parte derecha. En todo momento los cuatro nos estábamos viendo desde la lejanía. Seis horas después llegamos al coche.


Atravesando el Parque Nacional del Parnaso hicimos una parada para disfrutar de este bello entorno. Los bosques de abetos griegos rebozaban de vida y se mirase donde se mirase, allí estaban ellos siempre esbeltos…conjugando en un bello colorido con los pinos negrales.

Este Parque Nacional (3600 Has) se fundó en 1938 y es un verdadero pulmón del sur de Grecia.
Bajando por la serpenteante carretera nos dirigimos ahora a Delfos, a la que haremos una visita y disfrutar de sus excelentes obras de arte. Sobre las 16,30 llegamos a su enclave.

Santuario de Delfos
Una vez en el recinto, sacamos la entrada (12 €) para acceder al yacimiento y museo arqueológico, al Tholos de Marmaria se puede entrar de forma gratuita.



Nos aconsejaron que entrásemos primero al museo, ya que cerraban antes, y de después visitar el recinto arqueológico.

Aunque no soy entendido en este tipo de museos y yacimientos arqueológicos, con algo más  dos horas tuvimos suficiente para visitarlo. Reconociendo que es uno de los lugares más importante, no solo de Grecia sino también de Europa y del resto del mundo, ya que refleja perfectamente el gran poderío de este imperio.


Hagamos un poco de historia:
La mitología dice que Delfos perteneció a diversos dioses antes de ser posesión de Apolo.
Esquilo dice que perteneció a Gea, Temis; Pausanias dice que fue un oráculo de Poseidón y de Gea, que ésta dio su parte a Temis y Temis a Apolo, que más tarde obtuvo de Poseidón la otra parte a cambio de la isla de Calauria.


La leyenda de la fundación del templo se sabe por Homero, que dice que Apolo quería fundar un oráculo y llegó a Crisa, cerca del monte Parnaso, y le agradó el lugar y comenzó a construir el templo que se acabó bajo la dirección de dos hermanos, Trofonio y Agamedes.


Apolo mató a las serpientes que infectaban el lugar y a un monstruo (la serpientre Pitón), y abrió el templo que fue llamado de Pitón, y su dios Pitón (Pytho).


Apolo se convirtió en delfín para atraer a un barco cretense, del que quería utilizar a la gente como sacerdotes; 



los cretenses desembarcaron y fundaron Crisa y se les encargó ser sacerdotes del templo y que adorasen al dios bajo el nombre de Apolo Delfinio para rememorar su conversión en delfín, de donde vino el nombre de Delphi. Otra propuesta acerca del origen del topónimo de Delfos es la que propone que viene de Delfine (Δελφινης), que era el nombre del dragón mitológico que custodiaba el oráculo antes de la llegada de Apolo.

Crisa tenía el dominio sobre el santuario de Pitón y cuando el consejo de la Anfictionía comenzó a tener sus reuniones de primavera allí, conservó el dominio y se convirtió en guardiana del templo. 


lado del santuario se formó una ciudad que pronto reclamó administrar el templo sin intervención de Crisa; al mismo tiempo Cirra, el puerto de Crisa, se hizo más grande que la misma ciudad, la cual entró en decadencia, mientras Delfos y Cirra aumentaban. Hacia el 595 a. C., Crisa era ya, seguramente, una ciudad poco importante. Este año Cirra fue destruida por orden del consejo anfictiónico y la llanura de Cirra fue declarada sagrada y al servicio del templo.


Desde entonces se celebraron unos juegos llamados Juegos Píticos (Pythis), que se hicieron bajo la dirección del consejo anfictiónico, cada cuatro años, siendo los primeros en 586 a. C.


En la llanura de Cirra se hacían exhibiciones de caballos de raza y otros animales y estaba el hipódromo y el estadio (este último fue trasladado más tarde a la ciudad de Delfos. Hacia esta época Delfos ya era unaciudad-estado independiente gobernada por magistrados naturales de la ciudad.
La población de Delfos venía en gran parte de Licorea, una ciudad del Parnaso, dirigidos por Deucalión, supuesto jefe de la nobleza local. Cinco sacerdotes


locales, llamados Hosioi, eran elegidos entre la descendencia de Deucalión y eran los jefes del oráculo y el templo. La ciudad de Licorea estaba en el sitio de la actual Liakura, y se supone que fue una ciudad dórica y que los habitantes de Delfos tenían este mismo origen (se sabe que hablaban dórico, y ciertamente no eran focidios).

Las ruinas del Templo de Apolo en Delfos, que se remontan al siglo IV a. C., pertenecen a un templo dóricoperiptero. Fue edificado sobre los restos de un templo anterior, fechado en el siglo VI a. C., que a su vez fue erigido en el emplazamiento de otro del siglo VII a. C. Su construcción se atribuye a los arquitectos Trofonio yAgamedes.
En el siglo VI a. C. era conocido como el «Templo de los Alcmeónidas», en tributo a la familia ateniense que financió su reconstrucción después de un incendio que destruyó su estructura original. El nuevo edificio fue un templo de estilo dórico hexástilo de 6 x 15 columnas. Fue destruido en el año 373 a. C. Las esculturas del frontónson atribuidas a Praxias y Andróstenes, atenienses. De una proporción similar, en el segundo templo se mantuvo el patrón 6 x 15 columnas en el estilobato. Dentro estaba el ádyton, el centro del oráculo de Delfos y el asiento de la Pitia.

El monumento fue restaurado en parte en 1938.
Sobrevivió hasta el 390, año en el que el emperador cristiano, Teodosio I, 
silenció el oráculo con la destrucción del templo y la mayoría de las estatuas y obras de arte en nombre de la Cristiandad. El santuario fue completamente destruido por los cristianos celosos de su fe, en su intento de borrar todas las huellas del paganismo.

Antes de que se asentara el culto de Apolo en Delfos, "reinaba" una divinidad femenina, Gea (la Tierra), representada como diosa-serpiente.



Ya por último nos trasladamos a  la zona más alta del recinto para poder contemplar el estadio, que se encuentra al oeste del santuario.
El graderío norte y la tribuna de la «proedria» (presidencia) se encuentran bastante bien conservados.
La pista tenía unas dimensiones de 177,55 por 25,6 metros contaba con capacidad para 7000 espectadores.



Se construyó en el siglo V a.C. y fue ampliado posteriormente en el siglo II d.C. por Herodes Ático que además de ampliar la pista, donó un arco triunfal en la entrada al estadio.
Abandonamos Delfos y con dirección norte nos trasladamos a la localidad de kalambaka, ya en la región de Tesalia, a la que llegaríamos pasadas las 21,30 horas, tras un largo y cansado día de madrugón, montaña, visita y carreteras.



Cuando llegamos por la noche, lo que nos dio de sí fue, soltar rápidamente nuestro equipaje e irnos a cenar a unos de los lugares que ya teníamos recomendado.


Nuestro hotel, mejor imposible: buen precio, buena ubicación, buen servicio y excelentes vistas a los monasterios de Meteora.

Así que siguiendo calle arriba en 10 minutos llegamos al restaurante Meteora, en donde pudimos degustar ricos platos de la zona, en un local con una original decoración. Un paseo por kalambaka para bajar la comida y a dormir. Mañana hay mucho más.



Día 3 Monasterios de Meteora

Antes de que me suene el despertador, y bajar a las 7 a desayunar, me dirijo directamente a la terraza para deleitarme con las primeras vistas de Meteora.


Grandes moles de roca  apuntando hacia el cielo, sobresalen por detrás de algunas de las casas de kalambaka. Incluso llegamos a ver los monasterios colgados en dichas paredes.

¡El lugar es fascinante! Pero ahora toca desayunar. Bajamos a la planta baja, y cuando entramos en el comedor vemos varios monjes ortodoxos, ataviados con sus obscuras prendas, y junto a ellos, un grupo de señoras (parecen fieles o peregrinas) también vestidas con unas curiosas prendas. Está claro, que Meteora, además de ser un destino turístico también lo es místico y religioso.


Organizamos nuestro recorrido por los seis monasterios (teniendo en cuenta también sus horarios de aperturas, entramos en cuatro) mirando también su ubicación.



Declarado como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 1988 son construcciones encaramadas en la cumbre de masas rocosas grises, talladas por la erosión y llamadas Meteora. Se encuentran hasta una altura de 600 metros y están habitados desde el siglo XIV.


Hace muchos años, pero muchos años, cuando vi algunas fotos de este lugar, ya en su momento me parecía un lugar remoto, inaccesible y difícil de ver algún día. Aquellas imágenes se me quedaron grabadas en mi mente…y ahora estoy aquí disfrutando de estas maravillas de la naturaleza…

Antes de empezar a recorrerlo expliquemos el porqué de estas formaciones geológicas:


En el emplazamiento de estas imponentes masas rocosas se encontraba, hace cientos de miles de años, un gran río que desembocaba en el mar de Tesalia. Cuando este río encontró una nueva salida en el mar Egeo, este macizo, bajo la acción de la erosión y los terremotos, se hundió y dio nacimiento a este extraño paisaje.


Y ahora un poco de su historia

Los primeros monjes que habitaron los Meteoros (en idioma griego significa cada cuerpo que cae del cielo), en el siglo XI, eran ermitaños que vivían en las cuevas y que querían estar más cerca del Creador.


Los primeros monasterios se fundaron en el siglo XIV, fueron construidos con el fin de escapar de los turcos y de los albaneses de la época. Atanasio, expulsado del Monte Athos, fundó el Gran Meteoro o Monasterio de la Transfiguración con varios de sus fieles. Está situado a 613 metros sobre el nivel del mar y esconde una iglesia de estilo bizantino que atesora las reliquias del fundador y unos valiosos frescos multicolores que relatan las persecuciones y martirios que sufrieron los cristianos. Fue seguido por otras comunidades, hasta un total de 24 en el momento del máximo apogeo en el siglo XV que ocuparon los peñascos de la región.



Empecemos pues con el recorrido

Sólo seis monasterios están hoy en día en uso (cinco son masculinos y uno es femenino):
·         Monasterio de San Nicolás, (Αγιος Νικόλαος, Àgios Nikólaos).
·         Monasterio de San Esteban, (Αγιος Στέφανος, Àgios Stéfanos).
·         Monasterio de la Santísima Trinidad, (Αγία Τριάδα, Agía Triada).
· Monasterio del Gran Meteoro (Μεγάλο Μετέωρο, Megálo Metéoro), (Μονή Μεταμορφώσεως, Moní Metamorfóseos) o de la Transfiguración.
·         Monasterio Roussanou, (Ρουσάνου).
·         Monasterio Varlaam, (Βαρλαάμ).


Aunque el recorrido de los monasterios se puede realizar en coches, nosotros decidimos ascender al primero (Monasterio de la Santísima Trinidad, Αγία Τριάδα, Agía Triada) por un sendero que nos lleva a él durante un recorrido de unos 45 minutos y 300 metros de desnivel. Para ello partimos de la iglesia de la Virgen Dormida de kalambaka, y desde ahí sale el sendero marcado perfectamente. Según subimos podemos disfrutar de unas excelentes vistas de los paredones, kalambaka y de los monasterios. 


A mitad de camino Lorenzo y yo tiramos por lo que en un principio parecía una trocha, y que al final nos llevó hacia la otra vertiente de los monasterios. Tardamos casi una hora en llegar, tras una fuerte subida y un esprín final. Manolo y Joaquín ya habían llegado, y extrañados por nuestra ausencia
incluso nos tuvieron que llamar por teléfono. Una vez arriba ya accedimos al monasterio a través de sus 140 escalones incrustados de forma impresionante en la pared.



Para acceder a su interior hay pagar una entrada de 3 €, al igual que en el resto de monasterios. Una vez en el interior visitamos su capilla y de forma curiosa observamos la polea con la que antiguamente subían los materiales en una gran cesta tirada por una gruesa cuerda.




 Es difícil asimilar, el impresionante esfuerzo que tendrían que hacer antaño para subir los materiales.

Saliendo a sus terrazas, las vistas del lugar es espectacular. Podíamos contemplar algunos de los otros monasterios suspendidos sobre lo más alto de los paredones.


Tras quince minutos de visita, bajamos por el sendero marcado que nos llevaba a kalambaka (en 30 minutos ya estábamos en los coches).
Todavía teníamos un largo día de visitas por los monasterios, así que

ahora cogimos el coche y nos dirigimos hacia la localidad de kastraki, para desde allí visitar el resto de los monasterios. Empezamos por el Agios Nikolaos Anapafsas.


Agios Nikolaos Anapafsas


La ubicación de este monasterio sobre una estrecha roca hizo que su construcción se tuviera que hacer hacia lo alto, de ahí que conste de tres plantas.
Tras subir los 80 escalones y pagar la correspondiente entrada, pudimos deleitarnos con los bellos frescos, quizás los más importantes de todos los monasterios.


Desde su parte alta se tiene unas hermosas vistas de todo Meteora, incluso podemos ver a nuestros pies, el pueblo de kastraki. Hasta el año 1982 estuvo viviendo en él el Padre Palamas, posteriormente el monasterio estuvo cerrado durante 15 años y reabierto después por los sacerdotes de kalambaka.







Siguiendo por la carretera, y con unas vistas espectaculares a ambos lados de la misma, llegamos al monasterio de Roussanau.  


Hoy es miércoles, con lo que este es el único monasterio que cierra en el día de hoy. Paramos el coche en el mismo recodo en forma de curva que hace la carretera y subimos, para al menos visitarlo por fuera, y sobre todo para disfrutar de sus vistas.
Echando la mirada atrás desde la carretera podemos contemplar el monasterio de San Nicolao, de donde venimos.


Avanzamos por la carretera, y el siguiente es el de varlaam.

Monasterio de Varlaam


Fundado en 1518, y según nos cuenta la historia fue habitado por primera vez por el asceta-ermitaño Varlaam en el siglo XIV.


Este monasterio muy concurrido por visitantes y peregrinos de toda Grecia, es uno de los más visitados, ya que contiene más de 290 valiosos manuscritos, reliquias eclesiásticas, iconos pos bizantinos y ornamentos bordados en oro.


En su interior, tropezándonos con decenas de personas, pudimos contemplar entre la multitud la sacristía y el museo. Esta iglesia rinde homenaje a los tres obispos.


Para acceder a su interior lo tendremos que hacer a través de un pequeño y angosto puente que une dos de las grandes rocas, una de ellas en donde está instalado el monasterio.
La leyenda cuenta que Varlaam se fue a vivir a lo alto de esta roca. Construyó allí tres iglesias y una celda para sí mismo, de lo más sencilla. Se fue solo y al parecer a nadie le importó mucho seguirlo en su aventura, pues cuando murió el lugar fue abandonado hasta que a comienzos del siglo XVI dos monjes provenientes de Ioanina decidieron fundar un monasterio.


Actualmente viven en el monasterio un grupo de unos siete monjes, aunque antaño llego a ser habitado incluso por un grupo de 35 monjes.



Desde lo alto del monasterio tenemos unas impresionantes vistas sobre los otros monasterios, y una excelente panorámica de toda la zona. Un poco más debajo de nosotros el monasterio de Roussaou y sobre nosotros el Gran Meteoro, que será nuestro siguiente monasterio a visitar.


Monasterio del Gran Meteoro




Siguiendo por la carretera y a poca distancia llegamos al monasterio del Gran Meteoro, después de subir una empinada cuesta.



Decenas de autobuses, cientos de personas, coches, ruido…esto es lo que nos encontramos cuando llegamos al extenso aparcamiento de la zona. Grupos de visitantes por todas partes, tenderetes de regalos, pequeños bares improvisados…en definitiva poca paz para recorrer este
monasterio con lo que solo llegamos a las puertas del mismo, subimos por unas empinadas escaleras y nos volvimos para atrás, ya habíamos visto otros tres, y en éste había demasiado gentío.


Serían sobre las dos de la tarde, hora de comer, cuando aprovechamos para comprar unas cervezas y tomarnos nuestros bocatas disfrutando de unas excelentes vistas de los monasterios. Solo nos quedaba pendiente de visitar uno, que abría a partir de las cuatro de la tarde, con lo que   nos bajamos a kastraki para tomar unos cafés y descansar un poco.



Kastraki


Rodeado de impresionantes paredones, kastraki, junto con kalambaka, es el otro lugar de partida para visitar Meteora. Tras descansar un rato tomando unos cafes, y teniendo en cuenta que somos “culos inquietos”, pasada algo más de una hora, nos fuimos a la parte alta de kastraki para visitar una pequeña iglesia ortodoxa y acercarnos a una gigantesca roca con una curiosa forma.


Hacía demasiado calor a estas horas de la tarde con lo que la “marcha” se quedó en un simple paseo.


Cogimos de nuevo el coche, y nos dirigimos hacia nuestra última visita, el  Monasterio de San Esteban, (Αγιος Στέφανος, Àgios Stéfanos). Yendo hacía allí nos detuvimos en algunos de los miradores, desde los que pudimos disfrutar de unas excelentes vistas.


Delante de nosotros los monasterios de Roussanau y San Nicolao, a nuestra derecha los monasterios de Varlaam y el Gran Meteoro y hacia nuestra izquierda el monasterio de la Santísima Trinidad, y pasado este el de San Esteban.


Miremos donde miremos no nos cansamos de observar tanta belleza. ¡Este lugar es impresionante! Uno se podría quedar aquí, ensimismado durante unas pocas horas y seguro que serían insuficientes.


A un par de kilómetros del monasterio de la Santísima Trinidad se encuentra el de San Esteban., que por cierto, también estaba a rebosar de gente: autobuses, coches…en un gran aparcamiento.


Monasterio de San Esteban


A este último monasterio solo entraron en el Manolo y Joaquín, Lorenzo y yo los esperamos fuera, ya nuestra ración había terminado.


Un estrecho puente de 8 metros de longitud nos accede al interior del mismo. Decenas de personas, muchos de ellos peregrinos se agolpan a la entrada para visitarlo.
Son algo más de  cinco de la tarde, con lo que damos por finalizada nuestra visita a los monasterios.

Nos dirigimos hacia kalambaka, hacemos una parada para comprar víveres de bocatas y a descansar un buen rato, hasta las 8 que de nuevo quedamos para cenar y dar un paseo por kalambaka.


Unas musakas, unas ensaladas, unos buenos postres y como no, una buena cerveza griega. El día ha sido largo y ahora toca recuperar...así que entramos en el restaurante Arxontariki situado en unas de las plazas de la calle principal.


Los últimos rayos de sol se van reflejando sobre los paredones que sobresalen por detrás de las casas a balconadas de kalambaka.
Meteora, impresionante, no puede haber un viaje a Grecia sin visitar este excepcional lugar.




Día 4. Kalambaka-Monodendri (Garganta de Vikos)
 (la más profunda del mundo)-puentes de Kipi




Tras recorrer unos 140 km y dirigiéndonos hacia las montañas del Pindo (haciendo frontera con Albania). Aquí en Monodendri recorreremos la garganta más profunda del mundo.
Sobre las 10,30 llegamos al ladias guest house, nuestro lugar de pernoctación, justo a la entrada de la pequeña localidad montañosa de Monodendri.


El tiempo justo de dejar nuestros bártulos y hablar con el dueño para negociar la vuelta en coche, ya que la ruta será lineal de unos 12 km y por lo tanto tendremos que tener algún transporte para la vuelta.


Este impresionante cañón, desde 1997 está anotado en el libro Guinnes de los records por ser la más profunda del mundo, con 990 metros y sola cuenta con 1100 metros de separación entre las paredes.



La ruta, que como he dicho anteriormente tendrá unos 12 km, con 650 metros de desnivel acumulado y unas seis horas de trayecto.
Monodendri está situado a 1090 msnm y tras realizar el recorrido terminaremos en la localidad de Vikos, aunque la ruta en total puede tener 20 km terminando en la aldea de Mikro Papingo.


Empezamos pues la ruta, son las 11 horas y hace una temperatura agradable.


Según iniciamos la ruta, rápidamente nos adentramos en un frondoso bosquete en el que hace pequeñas bajadas hacia el mismo río Vaidomatis.


La brisa fresca que se desplaza a través del desfiladero la agradecemos cuando el sendero sale a pleno sol. Las verticales paredes del cañón nos impresionan cada vez que las observamos desde el mismo río. De vez en cuando aparecen unos carteles indicándonos el trayecto recorrido. Solo estamos a 40 minutos de Monodendri y 5 horas y veinte minutos de Vikos. Seguimos hacia adelante.


Cuando el senderillo nos lleva al río hacemos alguna pequeña parada para disfrutar de las cristalinas aguas, que en algunos tramos corre velozmente.


Esta zona de Vikos es un área protegida de muchas  especies de fauna balcánica, como el oso y el jabalí. Arces, robles y hayas son árboles que nos acompañan durante todo nuestro recorrido.


Junto a grandes cascaditas, entre las rocas, se forman pequeñas lagunillas, lugar ideal para que las ranas y sapos jugueteen y correteen todas en familia.


En ocasiones el sendero se adentra hacia las zonas frondosas y los helechos, líquenes y musgos dan un verdor intenso al camino, recordándonos a veces al Parque Natural de los Alcornocales de nuestra querida Andalucía.


Y a veces el sendero sale a cielo abierto, y entonces disfrutamos de esos impresionantes paredones que mirándolos hacia arriba parece no llegar nunca a su fin.


Aprovechamos en una de las paradas para comer unos bocatas junto al río, incluso alguno tuvo el atrevimiento de refrescarse en sus frías aguas. ¡que valor!



Ya estamos llegando al último tramo de nuestro recorrido. Aquí nos encontramos con varios grupos de senderistas que vienen desde Vikos.


A nuestro paso hacemos un pequeño desvío para ver el nacimiento de un río en unas pequeñas cascaditas.


En este mismo lugar el sendero se puede bifurcar en dos, y atravesando el río, por la otra vertiente nos llevará a unas aldeas.
Nosotros seguimos hacia adelante. Ya empezamos a ver, a cielo abierto, el impresionante subidón que tendremos que ascender para llegar a Vikos.


Llevamos unas cinco horas de recorrido, y aún nos queda un par de kilómetros para llegar a Vikos, los más duros.


El sol ahora nos está castigando fuertemente, no hay ni una sola sombra. Manolo se está quedando muy atrás, con lo que tenemos que hacer permanentes paradas para no alejarlo.


Parece que varios grupos de senderistas nos hemos puesto de acuerdo para llegar a la misma hora: algunos son ingleses, otros alemanes y varios griegos. Las paradas en el subidón son permanentes.


El los fuerte repechos aprovechamos para mirar hacia atrás y contemplar el cañón por donde hemos venido. Espectaculares los paredones que vemos a ambos lados de la garganta.


Por fin hemos llegado, justo al final del sendero, ya en Vikos, tomamos unas enormes cervezas en un bar, que creo que está instalado allí a conciencia. Todos vamos al mismo lugar. A los quince minutos llegó Manolo, que subió muy a su ritmo.


Empezamos a hablar con el dueño del hostal para comentarle que ya habíamos llegado. Al final no vino el, sino un compañero que estaba en el mismo Vikos, con lo que las cervezas nos la tuvimos que tomar un poco apresurados.


 Una hora después llegamos a Monodendri tras atravesar sinuosas carreterillas de montaña, pagando por el transporte 45 € en total.


Los puentes de Kipi



Una vez de vuelta en Monodendri (serían las 18,30 horas) y aunque bastante cansados, teníamos pendiente visitar los curiosos puentes de Kipi, así que le echamos ganas y nos fuimos hacia esa cercana localidad. Manolo estaba bastante castigado con la ruta, de modo que se quedó descansando.


Toda esta zona de Zagorohoria está enclavada en lo más profundo de la región de Epiro, cobijada tras las estribaciones meridionales del Pindo.


Estos pueblos de la Zagori son pequeñas villas donde su identidad no se ha perdido a pesar del paso del tiempo. Esta comarca constituye una región con unas marcadas diferencias culturales con respecto del resto del país. Con una influencia eslava, las construcciones de las casas hechas con piedra clara, me recuerda a las edificaciones de sus países vecinos, Albania y Montenegro.


Los puentes que podemos visitar estando en la localidad de Kipi son: Misio, kokkoro, Plakida, Mylos y Kondodymos. Todos se encuentran en un radio de 6 km.
Poco antes de llegar a  Kipi podemos visitar el primero, Kokkoro (construido en 1750), está al lado de la carretera. Enclavado en un bonito lugar con una gigantesca roca detrás.


Estos puentes fueron construidos durante el siglo XVIII, por los comerciantes que transportaban sus mercancias a traves de la montañas de Zagori.


Seguimos avanzando hasta localidad de Kipi, cuando la vemos encaramada a un monte, rodeada de mucho verde.


En el borde de la carretera dejamos el coche y allá abajo vemos el puente Plakida, quizás el más famoso de todos, por sus tres arcadas.


Sin lugar a dudas este es el más fotografiado, con sus tres arcos, es el más original de todos, fue construido en el año 1814.



Seguimos avanzando por la carretera y ya en Kipi, lo dejamos a nuestra izquierda, y a unos 500 metros hacia delante llegamos al siguiente puente (está indicado en la carretera), el de Milos, construido en 1748. Una pista de unos 200 metros nos acerca a él.




Junto al puente, un antiguo molino de harina, parcialmente restaurado. Tanto el puente como el molino nos dan un bonito entorno al lado del río. Podemos observar que hay instalada incluso unas mesas y unos bancos bajo la sombra de un inmenso árbol, para poder hacer una comilona.

Volvemos al coche y tirando de nuevo hacia atrás, en el pueblo, visitamos nuestro último puente, el de Kondodimos, construido en el año 1764. Un senderillo nos acercaba a él, incluso se podía seguir una vez llegado al puente.


Pero ya empezaba a ser tarde, y el día había sido muy intenso, con lo que una vez visitado este, dimos por finalizado el recorrido.


No esta mal, solo nos ha quedado por ver el puente de Misio. Ya en el coche, cogemos la carretera que nos sube de nuevo hasta Monodendri, a unos 15 km.

Ahora si, algo más de las 20,30, por fin a la ducha. Quince minutos de relax y de nuevo a la calle, a buscar algún sitio donde cenar.


Casi cayendo la noche, el pueblo (o mejor dicho algo mayor que una aldea) parecia desierto, nadie por las escasas callejuelas, los bares cerrado, así que entramos a cenar en el único restaurante que estaba abierto, el tabepna,  que por cierto, estuvo muy bien. Degustamos algunas típicas comidas de la zona, solos nosotros en el restaurante y todo esto aderesado con una musiquilla griega, que al principio estaba bien, pero al cabo de una hora, la musiquilla se nos había metido en los timpanos de forma estrepitosa.



Día 5. Monodendri-refugio monte Olimpo




Son las siete de la mañana y ya estamos desayunando. Por delante nos queda un largo día hasta llegar al refugio del monte Olimpo. Nos trasladamos de la parte más occidental de Grecia, en las montañas del Pindo, a la zona más oriental, casi en la costa del Egeo. Serán unos 280 km los que nos esperan hasta nuestro siguiente destino.



Nuestra localidad de referencia para llegar al Olimpo era Litochoro, en la costa, a unos 100 km al sur de Tesalónica. Una vez allí, subimos por la carreterilla de montaña que nos llevará hasta el aparcamiento Prionia, situado a unos 1060 metros de altura.


El monte Olimpo (el luminoso), con su cumbre más alta, el Mitikas (2918 msnm, techo de Grecia), y el skolio (2912 msnm), y la segunda más alta de los Balcanes, después del Musala (2925 msnm) en Bulgaria. Es reserva natural griega desde 1938, patrimonio natural de la Unión Europea desde 1981, en su categoría de reserva de la Biosfera.

Nos cuenta la mitología griega que el Olimpo era el hogar de los dioses olímpicos, los principales dioses del panteón griego presidido por Zeus.


Una vez preparada las mochilas con todo lo necesario para pasar los dos días (esta noche pernoctaremos en el refugio, 2100 msnm) emprendemos nuestra marcha. Son las 12,15, con una buena temperatura, y por delante un desnivel de unos 1000 metros.


Lo tomaremos con calma, Manolo va agobiado por el tema del desnivel, así que le comentamos que teníamos toda la tarde y no teníamos prisa por llegar, de este modo él fue marcando el ritmo y parando cada vez que fuera necesario.

El sendero rápidamente se adentra en un frondoso bosque de hayas, robles  y abetos. El camino es cómodo y perfectamente marcado.


Subiendo tranquilamente, como dando un paseo, disfrutamos del frescor de los árboles y el canto de los muchos pajarillos que habitan por la zona.

Con una vegetación rica en especies endémicas, dispone de más de 1700 especies vegetales, así como una fauna muy interesante compuesta por lobos, jabalíes, chacales etc… y por unas curiosas formaciones rocosas. Los minutos iban pasando y el paseo seguía siendo agradable…


Según subimos, se escuchan el tintineo de los cencerros que llevan las mulas atadas al cuello. Son las que transportan todos los víveres y materiales hasta el refugio. Es la única forma de abastecer a todos los que allí nos quedamos a dormir y comer.


En algunos claros del bosque, podemos disfrutar de bellas imágenes de los picos del Olimpo, muchos todavía con nieve.


Ahora el bosque empieza a desaparecer y el sol nos castiga fuertemente en pronunciadas subidas.



Aquí nos lo tomamos con calma, Manolo nos dice que tiremos hacia adelante, él ya llegará. Nosotros insistimos, todos juntos, no hay prisa.


Aprovechamos para preparar unos bocatas y tomar unos refrigerios disfrutando de estas hermosas vistas.
Subiendo muy abatidas vemos a dos muchachas checas, nos comentan que vienen andando desde  Litochoro, en la costa ¡Eso sí que es un verdadero palizón!
Ya vemos el refugio allí en lo alto, en una espectacular balconada. Sobre las 16,30 llegamos,  cuatro horas después de iniciar nuestra ruta.


Una vez en el refugio y tras inscribirnos, nos dieron una habitación para nosotros cuatro ¡Todo un detalle!


El refugio está muy bien equipado, con buena comida y excelentes servicios y mantenimiento.
Son muchos los grupos de excursionistas que vienen hasta aquí al refugio, pero después bajan hacia abajo. Son pocos los montañeros que
van con la idea de subir al pico más alto, el mitikas.


Una vez instalado en nuestra habitación, echamos toda la tarde en los salones, al abrigo de la chimenea, jugando unas partidas al trimino (parecido al domino pero con una opción más de juego). Igualmente salíamos hacia afuera para ver la ubicación del Mitikas, y su dificultad.


Intentábamos ver donde estaba el Mitikas, pero ya desde aquí abajo la mole de peñascos nos impactaba.


Le preguntamos a María, la señora que gestionaba todo el refugio (gestionaba y controlaba) por las condiciones para llegar al Mitikas, ella nos dijo que había muchas placas de hielo y que la gente no estaba subiendo. En ese momento nos miramos los cuatro (algunos más convencido que otro) y seguro que en más de una cabeza rondaba las
palabras: miedo, atrevimiento, intento, valor, caída, crampones…mañana ya veríamos.

Hora de cenar, buen plato de pastas, ensaladas, sopas, postre y como no, cerveza y vino de bebida para celebrar nuestra llegada.



Unas buenas charlas con otros españoles que estaban en el refugio, y a dormir, que mañana nos toca madrugar.

Día 6. Subida al Mitikas (2918 msnm)-Tesalonica




Acordamos poner el despertador a las 5:45, desayunar y sobre las 6:30 iniciar la ruta. Los primeros rayos de sol salían por el horizonte, en la costa, en Litochoro.


Un buen desayuno a base de un café doble, tostadas y algo de fruta, ¡ah!, y unas galletas que todavía llevaba en la mochila. Así que preparamos las cosas que nos íbamos a llevar hacia la
cumbre y el resto lo dejamos en el refugio para recogerlo a la vuelta.

Por delante tenemos un desnivel prácticamente de subida permanente de 900 metros hasta la cumbre.

A los pocos metros de salir, Manolo y Joaquín nos dicen que ellos no van a subir hasta el Mitikas, e ir al paso de Manolo tardaríamos mucho tiempo en llegar. Así que nos animan a hacer dos grupos, uno con Lorenzo y yo con un ritmo más rápido de subida (nosotros si queremos ascender al Mitikas, siempre que las condiciones nos sean favorables) y el otro Manolo y Joaquín por detrás subiendo poco a poco, y una vez arriba en vez de subir al Mitikas, subir al Skolio .


Empezamos a subir a un ritmo rápido, el sendero estaba perfectamente marcado hasta el collado Skala (2866 msnm). A nuestra derecha siempre íbamos viendo el macizo del Olimpos con algunas manchas de nieve.


Una pequeña parada a mitad de camino para recobrar el aliento, y a la vez para disfrutar del bello paisaje que nos rodea.


A nuestro paso salen algunas cabras monteses a la espera de recibir algo de comida.


 Un cartel nos marca la dirección de los otros refugios, en la base del pico Stefani (2909 msnm) que queda a la derecha, nosotros seguimos de frente por la indicación del sendero  “E4”.



A partir de aquí es donde viene la parte más dura y pronunciada hasta llegar al collado. La altura se empieza a notar cada vez que avanzamos por el pedregoso sendero. Los dos mantenemos el mismo ritmo, dándonos el relevo cada poco tiempo. La respiración la llevamos forzada y de vez en cuando tenemos que parar.



Dos horas después de iniciar la ruta alcanzamos el collado Skala (2866 msnm), a nuestra izquierda subiendo una loma el Skolio (2912 msnm) y a nuestra derecha el Mitikas (2918 msnm) nuestro objetivo.


Impresionante bajada visto desde el collado. Lorenzo y yo nos miramos y a la vez miramos los “pasos” por los que teníamos que tirar. ¡Allá vamos!, la clave está en avanzar con mucha
precaución y afianzar muy bien con las manos y los pies.


 Fotografía obtenida desde el pico Skolio, 

Fotografía realizada por mi compañero Joaquín, mientras que Lorenzo y yo subíamos al monte Mitikas


Cada pocos metros nos encontramos unas marcas rojas pintada en la roca, nos sirve de mucha ayuda a la hora de tener que avanzar por un sitio seguro.
La fuerte pendiente que tenemos a nuestra derecha, nos llevaría directamente al refugio, caso de resbalar, y a nuestra izquierda un imponente cortado.


Con mucha precaución vamos avanzando, Lorenzo y yo nos damos relevo, de este modo es más fácil guiarnos por las marcas rojas y amarillas.



Son muchas las ocasiones en donde tenemos que echar las manos para agarrarnos a la roca. El desnivel es fortísimo.

Aunque parecía que la cumbre estaba más cerca, ya llevamos casi media hora de peluceo y todavía queda la parte última más empinada.




A nuestro paso vemos el cartel de un montañero fallecido ya hace algún tiempo.

Nosotros estamos teniendo mucha suerte con el tiempo, esta cumbre con condiciones climatológicas adversas sería tremendamente peligroso.


Los imponentes peñones en forma de dientes nos dan unas imágenes espectaculares, pero incluso cuando estamos disfrutando del paisaje, es importante estar bien sujeto a la roca.



De vez en cuando miramos hacia el collado Skala para comprobar si Manolo y Joaquín han llegado, todavía no los vemos. Si se ven otro grupo de excursionistas que no se atreven a pasar, posiblemente están atónitos al ver nuestra “aventurilla por estas moles de roca”. Aprovechamos para hacer una pequeña parada y tomar unas frutas y algo de refrigerio.


¡Que vistas tenemos desde aquí arriba!, allá abajo incluso podemos ver el refugio, que por cierto, ayer por la tarde mirábamos estos mismos peñones, en donde estamos ahora.


Nos acercamos a la última rampa salpicada con algunos neveros y placas de hielo. Ahora sí que tendremos que andar con cuidado y esquivar al máximo todas estas

placas, por suerte lo podemos conseguir, siempre vemos pasos alternativos por donde tirar.


En nuestro camino tendremos que subir un pequeño escalón de roca, y para ello han colocado un cable de acero para afianzar la subida.


Ya vemos el vértice allá arriba, incluso hay una pequeña bandera griega, queda poco, en quince minutos habremos llegado a la cumbre del Mitikas.


No me extraña que en todo este tramo de montaña (desde el collado Skala hasta el Mitikas) la gente se dé la vuelta. Hay que estar acostumbrado a trepar, no tener vértigo y sobre todo tener experiencia en la montaña.


Por fin, ya hemos llegado, una hora en llegar. El trayecto bastante más largo de lo que parecía, estaba claro que la clave consistía  en avanzar con mucha precaución.
En la cumbre una bandera metálica griega, el vértice geodésico y un buzón con un cuaderno donde poder anotar.


Qué sensación más placentera sentimos al estar aquí arriba! Lo hemos conseguido, meta culminada, cumbre del Mitikas, techo de Grecia (2918 msnm)


Unos diez minutos estuvimos en la cima. Las vistas son espectaculares, podemos observar todo el macizo del Olimpo, y de frente el mar, incluso podemos divisar algún islote.


Miramos hacia el collado Skala y ya vemos a Manolo y Joaquín, desde lejos nos saludamos y ellos aprovechan para hacernos todo un reportaje de fotografías en nuestra bajada.


Hora de bajar y reunirnos con ellos. Al igual que en la subida, tendremos mucho cuidado, una caída traería malas consecuencias.


Subiendo, se han atrevido una pareja de franceses, chica y chico. Nos preguntan qué tal subida y si tiene dificultad. Le decimos lo que estamos manteniendo, ¡con mucho cuidado se puede llegar!
En el collado Skala se van agolpando gente y desde allí, con la mirada,  siguen nuestros pasos cada vez que avanzamos por la cresta.


Tres cuartos de hora después llegamos al collado, nos abrazamos con Manolo y Joaquín, y nos dan la enhorabuena.

Un grupo de polacos, un chico y dos chicas, que ya en el día anterior nos habíamos cruzado en varias ocasiones, nos preguntaron que si podían llegar al Mitikas. Con toda sinceridad y teniendo en cuenta el material que llevaban le dijimos que no, no tenían mucha pinta de montañeros.


Nos inmortalizamos, fotografiándonos los cuatro,  en el collado Skala (2866 msnm) con el Mitikas a nuestras espaldas.
Manolo y Joaquín no querían subir hasta el Skolio, con lo que empezamos a bajar hacia el refugio.


Charlatanes, y disfrutando de la bajada, los cuatro íbamos súper contentos. Cada uno de nosotros habíamos conseguido nuestro objetivo, habíamos disfrutado, y todo había salido perfecto. Y el tiempo, mejor imposible.



En poco más de una hora y media llegamos al refugio, comimos, descansamos un poco, preparamos nuestras mochilas y para abajo al aparcamiento Prionia.


Una vez abajo, unas buenas cervezas, una buena charla, un buen ambiente y de nuevo al coche con dirección a Tesalónica a la que llegaríamos sobre las cinco de la tarde.



Tesalónica


Cuando llegamos, y a esas horas de la tarde, notamos un calor achicharrante.


Rápidamente nos acercamos a nuestro hotel, muy bien ubicado, pero difícil de aparcar, aunque nosotros tuvimos suerte, Joaquín y Lorenzo se quedaron en el hotel y Manolo y yo fuimos a buscar un hueco donde dejar el coche. Increíble, en cinco minutos lo conseguimos. El hotel bastante
aceptable, aunque con muchos detalles por mejorar. Se nota que ya estamos en una gran ciudad.

Quedamos a las siete, tras nuestro merecido descanso. Recordemos que desde esta mañana temprano, subimos al Mitikas (900 metros de desnivel de subida), bajada a Prionia (1900 metros de desnivel) muchas horas de pateo y 120 km de carretera.


Cuando bajamos, Manolo ya estaba hablando con la recepcionista (por cierto, un poco despistadilla) para gestionar: horarios, lugar, precios…de los barcos que cogeríamos al día siguiente para visitar los monasterios del Monte Athos.
Una vez informado nos fuimos a pasear por Tesalónica, para ello nos dirigimos directamente hacia la zona del puerto, quizás la más animada de toda la ciudad.


Y andando junto al mar, llegamos hasta la Torre Blanca. Es uno de los principales monumentos y el símbolo iconográfico más reconocible de Tesalónica. Se construyó en el mismo lugar de una torre franca más antigua.


Esta torre fue erigida en la época otomana durante el sultanato de Solimán el magnífico. La torre fue concebida para servir tanto de fuerte como de prisión. En 1826 el sultán Mahmud II ordenó una matanza de prisioneros en la torre, lo que le valió el sobrenombre de Torre sangrienta.


En este lugar se dan cita muchos de los habitantes de Tesalónica y es quizás el corazón central de esta ciudad. Todos los viajeros que vienen a Tesalónica, su primer destino es este, la torre Blanca, al igual que hemos hecho nosotros.


Tesalónica es la segunda ciudad de Grecia y la capital de la región de Macedonia y con el mayor puerto del norte del Egeo.


En torno a la torre, son muchos los músicos callejeros, vendedores ambulantes, bares de marcha…que hay.


Seguimos paseando por la ciudad, dirigiéndonos hacia el centro La riqueza artística, histórica y arqueológica fue reconocida por la Unesco en 1988 con la denominación de Monumentos paleocristianos y bizantinos de Tesalónica y en 1997 fue declarada como Capital Europea de la Cultura.


Son muchos los restos arqueológicos que nos vamos encontrando por Tesalónica, por ejemplo el Arco de Galerio es muy conocido localmente con el nombre de “kamara” (arco griego).


En nuestro paseo por Tesalónica son muchas las iglesias bizantinas que vamos viendo a nuestro paso, pero sin lugar a dudas una de las más originales es la iglesia de la Rotonda, declarada como patrimonio Mundial por la Unesco. Es la iglesia más antigua de Tesalónica y algunas publicaciones indican que es la iglesia cristiana más antigua del mundo. Pero además de esta hay otras tantas repartidas por las plazas, callejuelas… la de Santa Sofía, San Dimitrrios, San Elías, Panagia Acheiropoietos, San Pantaleimón…y todas de estilo bizantino.


Todo el paseo lo estamos limitando en la zona cercana al mar, ya mañana subiremos donde se encuentran las murallas de la ciudad y el barrio turco.


Esta tarde toca pasear en plan tranquilo, y por cierto ya va siendo hora de comer, así que allá vamos.
Lorenzo que salió un poco antes del hotel estuvo dando un paseo y vio unos restaurantes que estaban muy bien, en una pequeña calle peatonal, muy cerca de donde se encuentra el mercado de abastos y de nuestro hotel.


El restaurante Oyzoy Melathron, ubicado en la calle karipi 21, es un excelente lugar en donde comer, con típica comida mediterránea, griega y turca.


Además de la buena comida, le acompaña su ubicación, su original decoración y un estupendo servicio. Según llegamos, rápidamente somos atendidos por un camarero, este nos pone las bebidas, y otro camarero, el más   veterano   nos  sugiere   lo  que podemos comer, dándonos los detalles de cada una de las comidas.  Así que lo  que hicimos fue pedir una mezcla de todo,   comida turca, mediterránea,  y como no, una excelente ensalada griega.




Todo esto bañada con unas buenas cervezas y algún vino de la zona. Y a la hora de pagar, buena calidad-precio. Recomendado 100%.


Ya avanzada la noche, nos tomamos unos chupitos en una agradable terraza escuchando música de jazz, y a dormir que mañana toca más.



Día 7. Tesalonica-Monasterios Monte Athos-Tesalonica


Como ya teníamos previsto, hoy tocaba hacer un recorrido en barco para disfrutar de los monasterios del Monte Athos, a unos 120 km al sur de Tesalónica, en la península de chalkidiki.


Monte Athos es el nombre que recibe el área montañosa que conforma la península más oriental de las tres que se extienden hacia el sur desde la península Calcídica, situada en Macedonia Central, al norte de Grecia. Es el hogar de 20 monasterios ortodoxos (griegos, rumanos, Iglesia Ortodoxa Rusa, búlgaro,  serbio y georgiano) que conforman un territorio autónomo bajo soberanía griega (Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada).


Esta consideración le permite estar exento de ciertas leyes, tanto griegas como provenientes de la Unión Europea, dando autoridad al territorio de prohibir la entrada a todas las mujeres. Asimismo, tampoco está obligado a seguir el Acuerdo de Schengen. En el Monte Athos sólo pueden vivir monjes ortodoxos de sexo masculino y la población (2005) ronda los 2.200 habitantes.


El Monte Athos fue declarado, por su patrimonio cultural y natural, como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988.


Para poder acceder a este territorio hay que solicitar un permiso especial que hay que hacerlo con varios meses de antelación, cosa que no estaba en nuestras manos, así que nos limitamos a realizar el recorrido en barco para ver dichos monasterios desde su costa.


A las siete de la mañana ya estábamos desayunando, y a las 7:30 partimos hacia la pequeña localidad de Ouronopolis, que sería el lugar de donde parten los barcos. A las 9.30 llegamos, tras unos tramos de carreteras con muchas curvas.


Nos dirigimos hacia el lugar donde se sacaban los billetes (20 € cada uno) junto al puerto, y a las 10:30 partimos para el recorrido.


El trayecto durará unas cuatro horas, así que con puntualidad griega partimos.

El barco estaba a rebosar, no había ni un sitio libre. Hoy es domingo, así que hay muchísimas excursiones de grupos, no solamente de griegos sino también de búlgaros. Es una típica excursión para ellos, ya que la frontera está muy cerca.


Esto me hizo recordar que hace justamente tres años, en un viaje por Bulgaria y situados en la pequeña localidad fronteriza de Melnik nos planteamos visitar el monte Athos, al final lo descartamos y seguimos recorriendo Bulgaria.
El barco zarpa, y a los pocos minutos vemos como un grupo de gaviotas nos acompañan en el primer tramo del recorrido.


Acostumbradas ellas a que los pasajeros les echen comida, cada vez que el barco parte, ellas están preparadas para esa comida gratuita y sin esfuerzo.


La verdad es que resulta curioso cómo tienen la rutina aprendida, y claro, cuando ellas se acercan, la gente les da la comida directamente en sus picos.


Pasada la novedad de las gaviotas, la gente se centra en la vista de los monasterios.


Los primeros monasterios que empezamos a ver no son justamente los más grandiosos e impactantes, pero al ser los primeros, nuestras cámaras no dejan de disparar.


Esta península de unos 50 km de largo y unos 12 km de ancho, no deja de ser un lugar curioso. Desde que se creó este estado monástico en el siglo XI, no solo está prohibida a la entrada a las mujeres, sino también a cualquier animal siendo hembra, de este modo según ellos, aseguraba de conservar el celibato. Además existe otro argumento basado en una leyenda en la que dice: “la Virgen María se desvió sin querer mientras navegaba hacia Chipre y acabó en el Monte Athos. Le gustó tanto que rogó a su hijo que le cediera este territorio y él aceptó”


También se dice que los niños tienen prohibida su entrada ya que la regla para acceder había sido que solo podían entrar los hombres que pudieran tener barba.
Mirando la historia reciente, en mayo del 2008 cuatro mujeres moldavas fueron dejadas allá por traficantes de personas ucranianos. La policía las detuvo pero los monjes las perdonaron.

Echando la mirada un poco más hacia atrás, en 1953 una mujer griega, María Poimenidou entró en el lugar vestida de hombre, haciendo que el estado griego aprobara una ley que prohíbe el acceso a las mujeres, so pena de 12 meses en prisión.


En este pequeño territorio montañoso el pico más alto es el “Metamorfosi Sotiros” cuyo significado es “transfiguración del Salvador” con una altitud de 2033 metros.


Curiosamente estas montañas pertenecen geológicamente a las Montañas Ródope de Bulgaria (que tantos recuerdos me traen).

Seguimos navegando, y los monasterios más grandes e impactantes se encuentran en el último tramo, bajo el pico más elevado. Desde el barco podemos divisar  una  impresionante cascada que cae desde un “embudo de la montaña”.


Uno de los monasterios más impresionantes es el de Simonopetra, un monasterio del siglo XIII que se funde con la roca, y visto desde lejos nos recuerdan a los templos tibetanos.


Otras de las grandes curiosidades del Monte Athos es el estricto seguimiento del calendario bizantino, ya que la forma en que miden el tiempo es mediante la salida del sol, esto quiere decir que el día empieza cuando sale el sol y no a media noche.


De entre los 20 centros religiosos, los más importantes en cuanto a relevancia son el Monasterio de la Gran Laura, el Monasterio de Vatopedieu, el de Ivirón, el de Chelandariou y el de Dionisiou.


Tras un par de horas navegando y llegando al monte más elevado dimos la vuelta y ya yendo a mar más abierto regresamos al puerto de Ouranopolis.
Pasaban algunos minutos de las dos de la tarde cuando llegamos a esta coqueta localidad.


Una vez desembarcado teníamos que comer, pero ¿Dónde?, en un principio dijimos de quedarnos aquí, pero después decidimos coger el coche y parar en algún sitio de costa.


Ierissos, a unos 20 km, ese fue nuestro destino, y desde luego acertamos. Un lugar de playa muy tranquilo y un estupendo restaurante en donde comer.


Buen pescado y algún que otro marisco pudimos degustar en el restaurante Mouragio, situado en frente de la playa, que por cierto un camarero hablaba perfectamente español.
A la hora de pagar, muy barato para todo lo que habíamos pedido. Después, un pequeño paseo por la playa y dirección a Tesalónica a la que llegaríamos sobre las cinco de la tarde.

Bordeando gran parte de la península de Chalkidiki, hicimos algunas paradas para disfrutar de las vistas del Monte Athos y ya en el último tramo de carretera cogimos la autopista hasta Tesalónica.



De nuevo en Tesalónica
Un poco (mejor dicho bastante) acalorados llegamos a esta ciudad. A esta hora de la tarde, y teniendo en cuenta que es domingo, casi nosotros solos por la calle. La idea era visitar la zona de las murallas y el barrio turco de kastra.
Este barrio lo forman casitas de madera pintadas en tonos pastel, algunas con los pisos superiores formando alero.


Aunque las callejuelas, casi todas están en pendiente, hacia arriba y hacia abajo, pudimos disfrutar de este paseo, lógicamente parando más de una vez para disfrutar de los muchos detalles que tienen estas casas.



Bajamos del barrio turco y nos acercamos a la mayor iglesia de Tesalónica, San Demetrio.



Es el más importante santuario dedicado a San Demetrio, santo patrón de tesalónica. Fue construida en la época en que Tesalónica era la segunda mayor ciudad del Imperio Bizantino.




Tras visitar varios lugares con restos arqueológicos dimos por finalizada nuestra visita y nos fuimos a comer al mismo restaurante que en el día anterior. A nuestro hotel y mañana partiremos hacia Atenas.

Día 8. Tesalonica-Atenas


Salimos temprano con dirección Atenas, sobre las 7:30 ya estábamos cogiendo la autopista que sale de Tesalónica hacia la capital helena.
Sobre las 13.30 llegamos a nuestro hotel, después de perdernos un poco por las carreteras de entrada a la capital.
Ya estamos en nuestro hotel, el hotel Eurípides, perfecta ubicación y bastante aceptable, además, desde su comedor en la planta superior hay unas impresionantes vistas de la Acrópolis.

Complicado aparcar, aunque muy cerca hay un parking que pagando 5 € se puede quedar todo el día.

La primera impresión de la calle, no es precisamente lo que entusiasma a primera vista. Muchos edificios abandonados, algunos deteriorados, con grafitis en sus paredes…
Parece estar en una calle de una ciudad asiática, con decenas de tiendas de especias, embutidos, latón…sus tenderos son indios, árabes, chinos, pakistaníes, turcos…una mezcla cultural que nos lleva a otros tantos rincones de oriente. Estamos en el barrio de Psiri.


Está claro que estamos inmersos en la zona comercial más popular de Atenas, y se nota, porque a cinco minutos andando tenemos el mercado central, una verdadera joya de ambiente local, siendo todo un espectáculo para la vista, con muchos rostros de otros tantos países. 
A estas horas del mediodía el ajetreo comercial se nota a cada paso que damos.


Entramos en el mercado, y rápidamente me llama la atención como los carniceros están fuera de sus puestos, junto a las vitrinas, a la espera de que lleguen los clientes.

Aprovechamos, ya que es la hora de la comida, para comer algo rápido en uno de los muchos bares que hay por la zona, para después empezar a visitar Atenas.



A unos diez minutos andando por la calle Athinas  llegamos al corazón de Atenas, la plaza de Monastiraki. Toda la calle por la que vamos pasando es un verdadero mercado, con todo tipo de tenderetes. Se respira un ambiente similar al cercano oriente.



Esta plaza, situada en el antiguo barrio turco, se encuentra en límite septentrional de la zona arqueológica y el barrio de la Plaka. En el centro de esta plaza se encuentra la  iglesia bizantina de Pantanassa (o Monasterio Grande) construida en el siglo X.

En este animado y pintoresco barrio de Monastiraki, se han concentrado todo tipo de comercios dedicados a la venta de los más variados objetos: artesanía, joyerías, de recuerdos…

Subimos por una de sus ambientadas callejuelas comerciales con dirección al barrio de Plaka. En esta zona, el reclamo por parte de los comerciantes es continuo, todos quieren llevarte a su tienda. Muchos de ellos se defienden bastante bien en un español fluido. Recordemos que Atenas es un destino bastante habitual por parte de los españoles.


Tras pasar por algunas iglesias bizantinas, bonitos edificios y restos arqueológicos, llegamos a la plaza Sindagma, el centro neurálgico.


La plaza de la constitución es el centro de la vida económica y social de la capital. En ella se encuentra el kilómetro 0.


Aquí se encuentra el palacio del Parlamento, construido entre los años 1836 y 1842 de estilo neoclásico. Delante del palacio se halla el monumento al Soldado Desconocido. La guardia de honor es realizada por dos evzones  (eran los diversos regimientos de batallones de élite de la infantería ligera del ejercito griego) ataviados con su típico uniforme de origen epirota (procedente de la región de Epiro) con fez y zaragüelles.


Junto a la plaza Sindagma, el National Garden”, los jardines nacionales, y dentro de estos el Zappeión.


El calor es sofocante, así que aprovechamos para sentarnos un rato bajo la sombra de estos imponentes árboles…nos sentimos algo cansados.







…Y aquí paso algo inexplicable y que por suerte salió bien.
Tras una sentada de quince minutos, nos levantamos y empezamos a pasear por los jardines (habrían pasado cinco minutos, si acaso) cuando de frente veo a un muchacho (con pinta regularcilla, sin ser turista) que lleva colgada una cámara Nikon (parece bastante buena). Me llamó la atención y me fije en él, nos cruzamos, y a los pocos segundos reaccioné. ¡Mi cámara!, ¡mi cámara!, y mi cámara ¿Dónde está? Me di cuenta que no la llevaba colgada, con lo que rápidamente di la vuelta y fui en busca de él, sabía que aquella era mi cámara. 
Solo habían pasado algunos segundos, increíble no encuentro al muchacho. Me di la vuelta y me dirigí hacia donde estaban mis compañeros.
 Y en ese momento de nuevo el muchacho venía de frente hacia nosotros (con el cuerpo echado un poco hacia adelante, como queriendo enseñarnos la cámara que todavía llevaba colgada). Nos acercamos mutuamente, y le dije “mi cámara” y él me dijo “tu cámara” (en griego).
Me lo quise comer a besos (obviamente no lo hice)  y un fuerte abrazo. Le di unos euros por dicha entrega.
Resultó que con la mangla, el calor y el cansancio, dejé apoyada la cámara en el banco, abrí la mochila para ver unas cosas, y se me olvidó que estaba allí (ya es raro en mí, porque la cámara siempre va conmigo). Nos levantamos y la cámara quedó en el banco. El muchacho pasaría por allí,  y la vio en el banco abandonada,  y claro, que hacía ¿de quién era esa cámara?… de ahí que se paseara delante de nosotros para comprobar si era nuestra.
¡Lo fácil que hubiera sido llevársela (robarla)! Y sin embargo, di con un “griego bueno”. MUCHÍSIMAS GRACIAS.


Ya con el cuerpo relajado, seguimos paseando por fuera de los jardines  y visitamos (desde el exterior) otros tantos restos arqueológico.


El calor es sofocante, nos da pereza andar, (creo que estamos notando el palizón de montaña de los días anteriores) así que nos sentamos en una terraza a tomar unos refrescos.

Una vez algo más aliviados nos dirigimos hacia el barrio de Anafiotikas, situado a los pies de la vertiente nordeste de la Acrópolis, justo por encima del barrio de Plaka.


Es una de las zonas con más encanto de Atenas, con pequeñas casas de un solo piso pintadas de blanco y azul que se aferran a la ladera de la Acrópolis formando empinadas y estrechas callejuelas.


Estas casas fueron construidas a mediados del siglo XIX por los expertos albañiles que el  rey Otón contrató para la construcción de su palacio.


Los albañiles, naturales de la isla de Anafi, situada en las Cicladas, comenzaron a echar en falta sus raíces y decidieron construir un pequeño pueblecito como el suyo, en la ladera de la Montaña Sagrada.


Aunque durante años Anafiotika ha sido considerado un barrio ingrato debido a su cercanía con la Acrópolis, actualmente se ha convertido en un remanso de paz y que todos los que venimos a Atenas queremos visitar, de ahí que este considerada como una isla sin su mar


Aunque durante años Anafiotika ha sido considerado un barrio ingrato debido a su cercanía con la Acrópolis, actualmente se ha convertido en un remanso de paz y que todos los que venimos a Atenas queremos visitar, de ahí que este considerada como una isla sin su mar


Es un curioso edificio octogonal con 12,7 metros de altura y 7 de diametro, construido en mármol pentélico y con cubierta en forma piramidal. Cada uno de sus ocho lados tiene en la parte superior un relieve que representa a los dioses de los vientos, acompañados de sus respectivos nombres en griego.


Nos dirigimos ahora al monte Filopapos hill, siendo esto una visita obligada para todo el que venga a Atenas.

Es una colina situada en el centro de Atenas a corta distancia de la Acrópolis.

Se encuentra a una altura 147 metros y formaba parte de las fortificaciones de la ciudad antigua.
Sin lugar a dudas es el mejor lugar para disfrutar de unas excelentes vistas de la Acrópolis y de la ciudad de Atenas.
Así que sobre las ocho de la tarde tomamos rumbo hacia la colina. Es una pequeña subida por una zona arbolada, con lo que no se hace pesado, y disfrutamos de las vistas.

Una vez arriba, notamos que la temperatura ha bajado en varios grados, y una ligera brisa nos refresca de forma agradable. ¡Que lugar más fantástico!, me quedaría varias horas aquí arriba.

Imponente Atenas, que se extiende hasta donde nuestra mirada se pierde en el horizonte.

Y frente a nosotros, la Acrópolis. Afortunadamente no son muchas las personas que suben hasta aquí, solo algunas parejas y poco más. Tras media hora de disfrute, empezamos a bajar directamente por el parque hasta llegar prácticamente a la entrada oficial de la Acrópolis. Junto a esta, unos peñascos elevados en altura nos dejan una balconada espectacular para ver caer el sol detrás de la Acrópolis.
Mucha gente se concentra aquí para ver la caída del sol (mejor y más tranquilo el de antes).


Un músico improvisado busca algunos euros en este idílico rincón de Atenas.
Con el sol cayendo nos retiramos hacia nuestro hotel que bien cerquita está.
Ya por la noche volvimos a salir y comer algo pero ¿Dónde? En la misma calle de nuestro hotel en el número 52 y haciendo esquina con la calle Socratous número 1 nos encontramos el restaurante karamanlidika, al que entramos por casualidad, ya que nos pareció tener buena pinta. Estaba todo ocupado, esperamos un poco, y mientras tanto, nos dieron unas tapitas de chacinas y algo de beber. Se acercó la dueña, y ¡sorpresa! es española, creo recordar que de Salamanca, llevaba muchos años afincada en Grecia. 

Todo lo que íbamos a comer y beber lo dejamos en sus manos, ella ya nos recomendó un buen vino y unas apetitosas comidas variadas.


Degustamos una buena ración de quesos madurados, embutidos, pastrani, algo a la brasa y unas mezclas propias de la casa (que no recuerdo el nombre), y todo esto bañado con un buen vino y después unos deliciosos postres.


Una vez terminado, dimos un paseo por la cercana plaza de Monastiraki y a media noche de nuevo al hotel.

Día 9. Atenas-Barcelona-Sevilla
Nuestro último día en Grecia, así que la mañana la dedicaríamos a visitar la Acrópolis, un pequeño paseo para hacer algunas compras y tenemos pensado salir hacia el aeropuerto sobre las 13.30 horas, ya que tenemos un buen trayecto, dejar el coche y lo que surja como contratiempo (y surgió). Nuestro vuelo sale a las 18 horas con dirección a Barcelona.


Bien temprano ya estábamos dentro del recinto. La entrada nos costó 20 € por persona. Con un par de horas estuvo bien para visitarlo.


La Acrópolis es una auténtica fortaleza natural, situada sobre la cima de una colina, alcanzando una altura máxima de 156 metros.
Ya estuvo habitada desde finales de la era neolítica (2800 A.C-2500 A.C) y durante mucho tiempo fue utilizada como refugio de los habitantes de la zona.


Uno de los monumentos más famoso del recinto y también del mundo es el Pórtico de las Cariátides.


Es una galería de unos 2,60 metros de altura que en lugar de sustentarlo con columna, utiliza seis extraordinarias esculturas (2,30 metros) de korai, figuras sagradas femeninas revestidas con un peplo jónico, representadas de pie, con una pierna ligeramente flexionada.
Por otra parte, el Partenón, es la joya de la Acrópolis y obra maestra del arte griego.
Ya en el siglo VI A.C hubo en el mismo emplazamiento un santuario dedicado a Athenea Parthenos que recibía el nombre de Hekatonpedon.


El Partenón se conservó, sin modificaciones importantes, durante diecisiete siglos (los cristianos lo utilizaron como iglesia, los turcos como mezquita y más tarde como depósito de pólvora). Finalmente saltó por los aires en 1687 a consecuencia del ataque de la artillería de Morosini, que desde Filoppapou asediaba la ciudad.


El Partenón, construido en su totalidad con mármol pentélico es un templo de estilo dórico, períptero, octástilo y anfipróstilo, es decir con ocho columnas en cada frente y diecisiete en cada lateral.



Seguimos paseando por el recinto, y de vez en cuando nos asomamos a los extraordinarios miradores que nos encontramos a nuestro paso.
Tuvimos suerte en ver el cambio de la guardia que protege todo el recinto.
Allá abajo vemos uno de los lugares en donde ayer estuvimos en la puesta  del sol, con la inmensa ciudad de Atenas a sus espaldas.


El templo de Erecteión es otra de las obras de arte de estilo jónico, síntesis de la fantasía constructiva y la inspiración griega.
Es un santuario dedicado al culto de los dioses y los héroes y recibió este nombre en la época romana. Lo que más se admira de este templo son las arriesgadas soluciones que su arquitecto tuvo que adoptar para resolver el problema del desnivel del terreno.


Empezamos a bajar hacia la salida y abandonar el recinto tal como habíamos previsto (un par de horas).


Nos fuimos a realizar algunas pequeñas compras por la zona de la plaza de Monastiraki, y sobre las 13 horas fuimos para recoger nuestro equipaje en el hotel y sacar el coche del parking.
Lorenzo y Joaquín se quedaron en el hotel recogiendo el equipaje y Manolo y yo nos fuimos al parking, pero…cual fue nuestra sorpresa cuando nos encontramos que una de las ruedas del coche estaba pinchada.
¿Qué hacemos?, en un principio íbamos a llevarla a un taller que había cercano, pero el tiempo apresuraba, con lo que decidimos cambiarla nosotros (parece que no teníamos bastante experiencia, o por lo menos nunca o casi nunca haberlo hecho), así que manos a la obra. El muchacho del parking intento ayudarnos, pero no dábamos con la posición del gato. El tiempo pasaba, y avisamos a nuestros compañeros para comentarle lo sucedido. Vino Lorenzo (que parece que tenía más experiencia), pero el caso es que al final el gato se colocó en un lugar que no era el suyo (para levantar el vehículo), y se abolló los bajos del coche.
Una hora más tarde partimos con dirección a donde teníamos que dejar el coche, en la oficina de alquiler. Explicamos lo sucedido, cobraron por el incidente y el seguro lo está gestionando para devolver el dinero.
Sin más, y con los horarios previsto, llegamos casi a media noche a Sevilla.