lunes, 31 de agosto de 2015

Ruta por Hungría, Eslovaquia y Austria (Julio/15) Parte I


Hacía ya muchos años que no viajaba solo y de mochilero, desde aquella época en la que me movía por Europa en inter rail, de eso hace ya bastante tiempo. A mediados de julio, Rosa y yo partiríamos hacia Nepal, pero antes, disponía de unos quince días para hacer algo, planear algún viaje, y la verdad eso de quedarme en Sevilla, no iba conmigo, así que el 30 de junio cogí mi mochila, y el avión me llevó con destino a Budapest. Este sería un viaje que haría solo y de mochilero, esto quiere decir que llevaré un presupuesto muy ajustado, durmiendo en albergues, en el compartiré habitación con otros tantos mochileros, más de un día comeré de bocatas (sin privarme de comer comida local en algún restaurante), me moveré en transportes locales: tren, autobús, barco, metro y cualquier otro medio de transporte que me surja, atendiendo al momento; y sobre todo estaré yo solo para resolverme todos aquellos contratiempo que el viaje me vaya deparando, y que serían muchos. Durante estos 12 días recorreré Hungría (Budapest, Holloko y Zsentendre, Eslovaquia (Bratislava, Banska Stiavnica y Pezinok), y una escapada a Viena en Austria (aunque no lo tenía previsto, pero al estar tan cerca también aproveché para visitarlo).



En cuanto al nivel de vida de estos tres países, debo  decir, que exceptuando Viena, que es más caro, en Hungría y Eslovaquia si sales fuera del entorno turístico son realmente baratos. Yo llegué a comer un buen menú en Eslovaquia por menos de 4 €, pagando por cervezas de más de medio litro 0,85 € (muy buenas y variadas). Incluso en las capitales de Budapest y Bratislava se pueden encontrar sitios muy baratos donde comer, claro está, que no se encuentran en las zonas más turísticas. 



Los tres países pertenecen a la Comunidad Económica Europea, con lo que la tarjeta sanitaria europea será indispensable llevar en nuestra cartera si viajamos a estos países. La moneda que circula en Austria y Eslovaquia es el euro y en Hungría el Florin húngaro (HUF), a fecha de  julio/15  el  cambio   era  el  siguiente: 1 €= 314 florines. Siempre es más recomendable cambiar en las muchas oficinas (están todo el día abierto, hasta bien entrada la noche) que hay dispersas por la ciudad, nunca cambiar en el aeropuerto, estaciones de tren y autobuses, ya que el cambio es peor.



ITINERARIO REALIZADO

 


Día 1. (HUNGRÍA) Sevilla-Barcelona-Budapest  Dormir en Budapest, albergue Central Backpack King (17 €/noche).
Día 2. (HUNGRÍA) Budapest-Zsentendre-Budapest  Dormir en Budapest, albergue Central Backpack King (17 €/noche).
Día 3. (AUSTRIA) Budapest-Viena Dormir Viena, albergue Westend city hostel (18€/noche).
Día 4. (AUSTRIA) Viena Dormir Viena, albergue Westend city hostel (18€/noche).
Día 5. (AUSTRIA) Viena Dormir Viena, albergue Westend city hostel (18€/noche).
Día 6. (ESLOVAQUIA) Viena-Bratislava Dormir Bratislava, albergue Possonium (18€/noche).
Día 7 (ESLOVAQUIA) Bratislava-Pezinok-Bratislava Dormir Bratislava, albergue Possonium (18€/noche).
Día 8 (ESLOVAQUIA) Bratislava-Banska Stiavnica Dormir en Banska Stiavnica Pension Na kopci (20€/noche).
Día 9 (ESLOVAQUIA) Banska Stiavnica-Budapest Dormir en Budapest, albergue Central Backpack King (17 €/noche).
Día 10 (HUNGRÍA) Budapest-Holloko-Budapest Dormir en Budapest, albergue Central Backpack King (17 €/noche).
Día 11 (HUNGRÍA) Budapest (avión sale a las 00:05) Dormir en aeropuerto Barcelona.
Día 12 BARCELONA-SEVILLA

Día 1. Sevilla-Barcelona-Budapest


 A las ocho de la mañana tenía la salida el avión con destino Barcelona, y después  otro con dirección a Budapest, a donde llegaría sobre las 14:30. Una vez en Hungría, ya tenía aprendido el mejor sistema para llegar al centro de Budapest. Saliendo del aeropuerto y en la misma salida habrá que coger el autobús 200E (450 florines) que nos llevará a su última parada del metro (línea 3, color azul) habrá que pagar 350 florines. El billete se puede obtener a través de una máquina expendedoras (están en varios idiomas, incluso en español) o incluso hay un cobrador al que se le puede pagar. No  hay  controles  para  subir  al  metro, pero abstenerse de no pagar ya que en la salida suele haber revisores pidiendo el billete.
 El metro en Budapest tiene fama de ser muy antiguo, y de hecho lo es, está considerado casi una obra de arte húngara. Es el segundo sistema de metro subterráneo más antiguo del mundo y su histórica línea 1 fue declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Esta línea lleva hasta el mismo corazón de Budapest, la plaza Deak Ter, el único lugar donde se cruza con las otras dos líneas de metro (línea 1 amarilla y la 2 roja). Yo en mi caso fue donde me bajé ya que el albergue que tenía reservado para dormir estaba a escasos metros de dicha plaza. En cualquier caso es un buen lugar de referencia, con mucho ambiente, cerca del río, del puente de las cadenas, del Parlamento y de muchos de los lugares interesantes para visitar en Budapest.
Recordad que siempre hay que validar el billete en las máquinas antes de montar.

El horario de apertura del metro es de 4:30 a 23 horas y en la frecuencia de paso es de entre 2 y 10 minutos. Si se adquiere un billete sencillo valdrá solamente para la línea en la que lo hemos sacado.
 Una vez en la plaza y con mapa en mano situé el albergue en donde me quedaría, en 10 minutos estaba allí. El Central Backpack King, situado en la calle Oktober 6 utca nº 15, segunda planta.
Muy bien situado en pleno centro de Budapest, lugar perfecto para moverse. Un edificio de varias plantas algo deteriorado. De hecho, según subía las escaleras observaba como las paredes y techos estaban que se caían, dando una mala imagen. Francamente, esto no me preocupaba, ya que tenía experiencia de otros lugares similares. Albergue típico de mochileros, casi todos muy jóvenes y de muchas nacionalidades, sobre todo europeos.
 Sin lugar a dudas yo era el mayor de todos (me trajo gratos recuerdos de cuando yo tenía sus edades, y al igual iba, de mochilero). Por dentro estaba bastante aceptable, con varias habitaciones, dos baños a compartir y un saloncito en donde reunirse para charlar.
Me asignaron una habitación con 7 camas a compartir con otros tantos jóvenes.
Así que mochila a la taquilla, preparar mi cama, y antes de visitar Budapest quería dejar resuelto varios temas: sacar el billete de tren para Viena, mirar los horarios para ir a Holloko y el lugar de donde debería partir y que transporte utilizar para ir a Szentendre al día siguiente. Pues manos a la obra. Fui a recepción y bombardee con preguntas a las chicas (a veces con dificultad por su ingles tan fluido). Fueron de gran utilidad, ya tenía todos los temas resueltos. Tuve suerte, justo en la plaza Deak Ter hay una oficina en la que saqué el billete de tren hacia el Viena.
Con todos los deberes hechos, ahora sí, era el momento de visitar esta maravillosa y fantástica Budapest, serían aproximadamente las 16:30 horas. Sin lugar a dudas la capital que más me gusto, de las que visité en este viaje.
 Budapest, con sus dos barrios Buda y Pest, cada uno a ambas orillas del espectacular río Danubio. En esta ciudad son muchas las cosas que hay que ver, con lo que es fundamental distribuir bien el tiempo y darle marcha a nuestros pies, ya que son muchos cientos de metros los que habrá que andar, y que subir.
Sin lugar a dudas el corazón de esta hermosísima ciudad es el Danubio, todo pasa en torno a este espectacular río.
Al estar mi albergue situado muy cerca del puente de las cadenas, lo primero que hago es dirigirme a él, pero antes visito la Basílica de San Esteban  (Szent Istvan Bazilika) que está justo al lado del albergue. Es el edificio religioso de mayores dimensiones de Budapest, tiene planta de cruz griega, con una altura

de 96 metros y una capacidad para 8000 personas. Al lado esta basílica hay varias oficinas de cambio con lo que aprovecho para cambiar moneda.
Para visitar Budapest y disfrutar de muchos de sus rincones se necesitan al menos tres días, justo los que yo le dediqué.

Para visitar Budapest y disfrutar de muchos de sus rincones se necesitan al menos tres días, justo los que yo le dediqué.
 El barrio de Buda con sus espectaculares vistas y su callejeo, la colina del castillo, las riberas del Danubio y la isla Margarita, la colina de la libertad, los puentes, el mercado Central, el barrio de Pest con el barrio judío, la zona comercial de Andrassy, el Parlamento, la zona de ópera, los baños…son tantos los lugares que hay para visitar, que la buena planificación es indispensable.

Me situo en el Puente de las Cadenas con dirección al barrio de Buda. Este puente fue el primero que unió Buda con Pest permitiendo la unificación de la ciudad en lo que fue una obra de ingenieria realmente pionera en 1849, aunque totalmente demolido por los nazis en 1945 y reconstruido en 1949 como el icono de la ciudad de Budapest.
Cruzo el puente y subo hacia la colina de Buda. Hay un funicular que deja en lo más alto, salvando un desnivel de 170 metros. Éste fue construido en el año 1870 y en apenas dos minutos se llega a la parte más alta de la colina. Yo prefiero subir a pie entre la arboleda que hay ajardinada y con los muchos escalones.
De forma gratuita hay un autobús que recorre toda la zona de Buda, y que efectúa varias paradas para disfrutar de las vistas  Yo aplicando mis principios a la hora de recorrer una capital, prefiero hacerlo andando y disfrutar con libertad cada instante del recorrido.
En la cima se distinguen las dos áreas bien diferenciadas: la Ciudad Antigua   donde vivía la población en la Edad Media  y el Palacio Real. Este último tiene unos orígenes que se remontan al siglo XIII cuando fue la primera fortaleza medieval, sustituyéndose más tarde por otra de traza gótica que fue destruida durante la ocupación turca.
Uno de los lugares que podemos destacar en Buda es el Bastión de los Pescadores que se encuentra detrás de la estatua ecuestre de San Esteban.

 Es un conjunto de torres cónicas y pasadizos y en estilo neorrománico, cuya función principal es servir de mirador para obtener una de las mejores paronímicas del Danubio, el Parlamento y el conjunto de Pest. Fue construido como mirador en 1905 sin ningún ánimo de servir como defensa.
 Impresionantes vistas tenemos desde aquí, sin lugar a dudas la mejor de todo Budapest ¡Que hermoso es este lugar! El gran Danubio enorgullece a esta ciudad y a su paso por la capital, a ambas orillas se deja ver fantásticos edificios, palacios, iglesias…y por encima de él, sus puentes, algunos de ellos de gran belleza.
 En frente, majestuoso el Parlamento de estilo gótico, en el que sus picudos remates de los techos parecen subir velozmente hacia el cielo. En su conjunto y en su ubicación nos da una estampa perfecta.
Si miramos hacia el otro costado del río, vemos la isla Margarita, y antes de ella, sobresalen las torres y campanarios de algunas de sus iglesias.
 Da gana de quedarse aquí horas y horas contemplando todas estas vistas, pero debo de seguir mi recorrido. Junto al Bastión de los Pescadores se encuentra la majestuosa iglesia de San Matías, considerada el mayor templo religioso de Budapest. En el centro se encuentra la columna de la Trinidad construida en 1712 como acción de gracias de los supervivientes de las epidemias de peste que en 1691 y 1709 azotaron la ciudad.
La iglesia tiene el techo cubierto con tejas multicolores dispuestas en zigzag según el mismo sistema utilizado en la catedral de Viena.
A estas horas de la tarde el sol ya un poco apagado impacta suavemente sobre estas tejas, dándole un bonito color.

 Son notables las dos torres de diferentes alturas, la portada principal con un bajo relieve de la Virgen con el niño y dos ángeles, y la puerta de María.

Delante de la iglesia, una colorida zona ajardinada muy bien cuidada y por el otro lado la plaza de la Trinidad junto al Bastión de los pescadores, un espectacular entorno.

 Antes de adentrarme en las callejuelas de la ciudad antigua, me acerco de nuevo al mirador para retener de por vida esas espectaculares vistas de Budapest.
 La parte más antigua no es grande, con lo que durante una hora aproximadamente pasearé por sus calles. En éstas durante la Edad Media residian las colonias judías, alemanes y artesanos franceses. Todavía se conservan muchas casas de traza barroca con fachadas pintadas de colores y con patios interiores, actualmente ocupados por tiendas de suvenirs y restaurantes. La zona de judería se inició en el siglo XV cuando Luis el Grande mandó alojar allí a la colonia hebrea de origen aleman e italiano.
 La Sinagoga, la plaza de la puerta de Viena, la calle de los señores, la calle de la fortuna y varios museos son algunos de los lugares por los que podemos pasear y disfrutar.

 La historia nos cuenta que esta zona adquirió importancia en el siglo XIII cuando el rey húngaro Bela IV trasladó la corte de a Buda y construyó una fortaleza para defender la ciudad ante posibles ataques.
 A estas horas de la tarde muchos de los turistas que por aquí paseaban parece que ya se han recogido a sus correspondientes hoteles, así que aprovecho para disfrutar de estas agradables callejas en solitario. Las fachadas   de   las  casas con  distintas tonalidades de colores crean un bonito entorno.
Poco a poco voy abandonando el barrio de Buda, tirando en esta ocasión por una calle con una fuerte pendiente en la que allá a lo lejos, de nuevo veo las impresionantes vistas del Danubio, el parlamento y el barrio de Pest. Atravieso el pequeño bosquete siempre dirección hacia abajo, hasta llegar de nuevo al Puente de las cadenas. Lo cruzo y busco la famosa calle Vaci utca, paralela al río, ya en el barrio de Pest, por la que ahora tiraré.
 Esta larga avenida peatonal es la más conocida del centro de Pest y es su principal arteria comercial con tiendas de ropa, suvenir, cafeterías, galerías de arte y muchísimos restaurantes. Son las ocho de la tarde, una hora ideal para cenar, así que busco en esta misma calle el número 67, el restaurante Fatal que ya lo traía pensado desde España por sus buenas recomendaciones. Está casi lleno, pero tengo suerte hay una mesa en la misma terraza de la calle, perfecto, aquí comeré.
 Pediré un plato típico de Hungría el Beef gulyas, buenísimo, riquísimo y con un exquisito sabor. ¡No fui capaz de comérmelo entero!

 Con el cuerpo satisfecho de tan acogedor lugar, sigo avanzando por esta misma calle hasta salir a la plaza del Mercado Central (será una visita obligada pero la dejaré para otro día por la mañana). Una vez aquí y junto al Danubio disfrutaré de sus puentes y sus orillas, ya cayendo los últimos rayos del sol.
Estoy situado en el puente de la Libertad (335 metros de longitud), uno de los más bellos junto con el de las cadenas.
 En este puente se dan cita muchos jóvenes y parejas de enamorados, que sentados en los hierros del mismo toman unas copas, charlan y escuchan música.
 Durante un buen rato me quedo, al igual que ellos, aquí sentado en un huequillo del puente. Contemplo ensimismado este hermoso río y todo lo que lo rodea. Escucho la musiquilla de fondo, y una ligera brisa fresca me azota el rostro, mientras tanto, una pareja de recién casados brindan con dos finas copas y una botella de champán.
 Cuando la noche  empieza a caer, camino por una de las orillas con dirección al Puente de las Cadenas. 
Las vistas del Palacio en Buda y los puentes totalmente iluminados nos recrea otra bella imagen de Budapest.
 Según sigo paseando por el margen del río, de vez en cuando me tengo que detener y contemplar todo este fantástico panorama. En mi mente y con voz baja lo sigo repitiendo una y otra vez, ¡qué ciudad más hermosa!
 Hay muchísimo ambiente por las calles, muchísimos extranjeros, y sobre todo muchos españoles. Hay que tener en cuenta que Budapest junto con Viena y Praga son las tres capitales más visitadas en el centro de Europa y casi siempre se visitan en el mismo viaje. Muchísimas agencias así lo ofertan. 
Una vez que llego al Puente de las Cadenas, lo cruzo, quiero ver también el Parlamento iluminado.
Mires a donde mires te quedas maravillado, tengo que reconocer que esta ciudad me ha enamorado, y eso que es el primer día, pero ahora que estoy escribiendo este relato y después de haber vivido la ciudad durante tres jornadas, lo puedo asegurar, es una de las ciudades más hermosas de Europa. Tiene de todo: ambiente, su río, Palacios, Castillo, Parlamento…Son las once de la noche, ha sido un día largo, con lo que es la hora de ir a dormir.

Día 2. Budapest-Szentendre-Budapest

 Esta mañana la dedicaría para hacer una visita a la cercana localidad de Szentendre (a 15 km), había leído que es un pueblo con mucho encanto, situada en la misma orilla del Danubio. Ya me informaron en el albergue donde coger un medio de transporte para ir, pero lo que no tenía claro que transporte sería, ¿tren, autobús, metro?, así que ahí va la historia.
Me dirijo a la orilla del Danubio, justamente en frente del parlamento, de ahí cogería mi medio de locomoción.
Una vez que paso la iglesia de Santa Ana, veo un autobús, y le pregunto al conductor, no hablándole (mostrándole el nombre de a donde quiero ir, él no habla inglés y yo tampoco húngaro), me dice que suba y no hace falta que pague nada.
Una vez dentro, y después de varios minutos, el autobús empieza andar, y a los 300 metros para de nuevo, esa era la estación.
 Con todos los pasajeros en el interior del autobús (H5), partimos, yo creyendo que este es el que nos llevaría hasta Szentendre. La sorpresa es que después de unos diez minutos para de nuevo y nos deja a todos los pasajeros. Era la terminal del ¿metro o tren?
Pregunto y me dicen que tengo que bajar al subterráneo, bajo rápidamente y me monto en el metro que allí estaba, menos mal que me da por preguntar si ese iba a Szentendre, la respuesta era no.
Ni idea cuál era su destino. Totalmente despistado le pregunto a uno de los trabajadores, y  menos mal  que como un “ángel de la guarda” me supo ayudar. Me mostró un listado de horarios (en húngaro claro), indicándome que en 13 minutos (a las 10:20) vendría el tren (línea 5, 350 florines) que me llevaría a Szentendre. Por fin respiro hondo, y a esperar esos trece minutos, pero incluso aun así, cuando llega pregunto de nuevo para confirmar. El idioma húngaro es tremendamente difícil, no se entiende nada.
El tren sale a la superficie y durante 40 minutos, que fue lo que duró el trayecto, fui disfrutando de un llano paisaje de los campos húngaros.

Una vez que llego, me acerco a la oficina de turismo en la que me atiende una chica que se defiende un  español fluido. Me da un mapa y me indica los lugares más interesantes para visitar.
Szentendre, es pequeñito y muy turístico. Muchos turistas que visitan Budapest aprovechan para hacer una escapada de varias horas a este pueblo. Así que yo le dedicaré la mañana, comeré y partiré de nuevo hacia Budapest.
 La importancia y belleza de este pequeño pueblo de calles empedradas es que fue un famoso emplazamiento serbio (acogió a este pueblo que huyeron de los turcos tras la batalla de kosovo en 1389 y de nuevo después de la batalla de Belgrado de 1690).
 Todavía se pueden encontrar algunas reminiscencias de aquella época, sobre todo en la iglesia de origen serbio. A partir de los años veinte esta localidad se fue invadiendo de artistas    que   se    instalaron   aquí atraídos por el aire y la luz, junto al Danubio.
Invadido por grupos de turistas a los que más que ver, van a comprar “recuerdos” en las muchas tiendas que hay de suvenir.
 La distribución del pueblo está hecha a base de estrechas callejuelas, algunas de ellas con bastante encanto. En la parte más alta de la colina se encuentra la iglesia ortodoxa de origen serbio.
 La calle Bogdanyi es la vía principal, animada y repleta de tiendas, de  puestos y de pintores de retratos que nos reclaman para hacernos una pintura.
 En lo alto de la pequeña colina, cerniéndose Foz ter, esta plaza amurallada ocupa el lugar del antiguo fuerte romano de Ulcisia.
 Avanzo por la vía principal con dirección al Danubio. Muchos  de los comerciantes visten con ropa típica de la zona, intentando de ese modo atraer mejor al turista. Objetos de cristal, de cerámica, paños bordados a mano, iconografías ortodoxas…todo esto y mucho más lo tienen expuesto en las  tiendas a la espera de ser vendido.
 La cruz de hierro forjado que se encuentra en la plaza Fö Ter fue erigida en 1763 por los supervivientes de la última gran epidemia de peste bucólica.
 Este pueblo es tambien concocido con el nombre de San Andrés, para los extranjeros claro, para un hungaro es ese nombre tan dificil de pronuncionar y que siempre debemos de llevar escrito en caso de tener que vocalizarlo. Sin lugar el mayor atractivo son las casas pintadas en color pastel de distintas tonalidades y el ambiente de artesanos por sus callejuelas empedradas.
 Me sitúo en la vía principal, junto al Danubio y la continúo hasta que al poco sale del pueblo. Las tiendas son interminables y siguen existiendo hasta el final del pueblo.
 Pensaba que al estar junto al río esta zona sería más bonita, pero francamente lo que aquí encontramos es un pequeño embarcadero  en el que hacen paradas los barcos de recreo, una pequeña zona ajardinada y poco más.
 En frente del río hay varios restaurantes con buena pinta donde se puede comer, así que me acerco a uno de ellos y me siento a almorzar.
 El restaurante Gorog Kangso, con una terraza con vistas al Danubio. Una buena cerveza “Dreler” fresquita y una sopa goulash con sus condimentos, esa fue mi comida.
El plato húngaro más concocido es el goulash, del que siempre hay que recordar que  es una sopa y no un guisado, espesa y sustanciosa hecha con carne de vaca, patatas y cebollas.
 Yo lo pedí tres veces, dos en Hungría y una en Eslovaquia, y en ninguna de todas ellas me la pusieron igual. Está claro que cada uno tiene su propio estilo, a pesar de que estamos hablando de la misma comida.
Una vez comido y relajado di un paseo por el Danubio y a las 13:30 me fui con dirección a la estación para coger el tren de cercanías que de nuevo me llevaría a Budapest. Esta vez ya tenía claro el procedimiento para obtener el billete. La máquina expendedora me lo daría (menos mal que también está en español). Una vez en el tren el revisor me hizo pagar unos florines ya que hasta Budapest tenía un pequeño suplemento.

De nuevo en Budapest
Isla Margarita



Una vez en Budapest y viendo donde me dejó el tren, aprovecho para visitar el gran parque de la Isla Margarita, ubicado junto al puente Arpad. Lo atravieso y me adentro en el parque.



En Budapest hay varios parques pero ninguno como el de la Isla Margarita. Es un enorme pulmón en el que podemos pasear, descansar, hacer ejercicios…Tiene dos kilómetros y medio de longitud que se pueden recorrer a pie o en bicicleta, pero de todos los caminos en el que nos podemos perder, es el que circunvala la la orilla del Danubio conocido como  el “Paseo de los Artistas”.


 La fuente que hay instalada en la entrada del parque es visita obligada, ya que tendremos que detenernos un buen rato para contemplar el movimiento de sus aguas al ritmo de la música. Gran cantidad de gente se concentra aquí, muchos sentados en la misma hierba, otros aprovechan para saborear el picnic, pero todos observando el baile de las aguas.


 Deambulo durante un buen rato por los muchos caminos del parque. Aprovecho la sombra de los enormes árboles y me refugio bajo el castigado sol del mediodía.

Muchas zonas ajardinadas con bellas flores de distintos colores me voy encontrando por mi sosegado paseo…los niños corretean tras la pelota, los enamorados se besuquean en tímidos rincones, las personas mayores aprovechan los rayos del sol que entre sombras atraviesan los árboles.

 Repartido por el parque hay muchas zonas de juegos para los críos: toboganes, columpios, balancines…


 
 Avanzo por el senderillo situado junto al Danubio hasta llegar a los bajos del puente Arpad. Allí está de nuevo el parlamento de Budapest, exuberante destaca junto al río.

 Abandono Isla Margarita subiendo de nuevo al puente, y atravesándolo me dirijo hacia el Parlamento. Pero antes me detengo un rato para ver una    manifestación    de    sanitarios,


todos vestidos de blanco, con  música, altavoces y cientos de globos reivindicando sus derechos.


 Situado ya en el parlamento, doy varias vueltas para verlo por fuera. Impresionante edificio de estilo gótico. Sin lugar a dudas es la edificación más emblemática e importante de Budapest. Si el palacio Real con su elegante silueta es la que destaca en Buda, en Pest es el enorme y distinguido Parlamento. El primero representa el pasado austrohúngaro y el segundo simboliza la independencia húngara.
 Esta soberbia obra neogotica de dimensiones enormes: 268 metros de largo y 96 metros de alto en su cúpula central fue inspiradada para su construcción en el el parlamento de Londres, viendo la similitud en las orillas del río Támesis con el Danubio. Fue construido entre los años 1885- 1904 orientado hacia el río y es el escenario habitual en las reuniones de la Asamblea nacional.
 Los alrededores  del parlamento está permanente custodiado y vigilado por  mucho   policias   que   están  en constante movimiento alrededor del edificio. ¡estoy maravillado al contemplar tan maravillosa obra arquitectónica!
 Tras disfrutar del edificio por fuera ahora me dispongo a visitarlo por dentro (2000 florines la entrada). La visita se tiene que realizar obligatoriamente con un guía. Yo veo que a las 16 horas hay un grupo para españoles, con lo que me apunto a ese. Era la última visita así que el grupito es escaso, de unos ocho españoles. Nos adentramos con nuestra guía para visitarlo.
 Una vez dentro el impacto que más nos deslumbra es la “gran escalera de honor” donde el arquitecto dejó lo mejor de su genio con la inestimable ayuda de karoly Lotz quien pintó las paredes con alegorías sobre la historia de Hungría.
 Soberbio es también el “salón de la cúpula” por la original estructura de estrella que hace aumentar la sensación de magnitud donde se exponen la Corona Real y otros símbolos de la antigua monarquía. (En este salón está totalmente prohibido hacer fotos). Me llama la atención uno de los críos que viene con nosotros, las intelectuales y profundas preguntas que le hace a nuestro guía.
 Como este edificio es la sede del parlamento, también podemos ver “el salón de sesiones”, siempre que no estén reunidos los parlamentarios, que es nuestro caso.

 Su decoración interior es neo bizantina en  palcos y galerías y su compleja estructura, de herradura.

En el interior del parlamento podemos encontrar 90 estatuas que representan la historia del país. Todos los espacios interiores fueron construidos con los mejores materiales de la época, haciendo priorizar el uso de materiales húngaros.
Tras una hora aproximadamente de visitar el Parlamento me dirijo ahora a la cercana plaza de Szabacsag Ter.
Al llegar a esta plaza el ambiente estaba servido. Posiblemente por algún acontecimiento festivo, la plaza repleta de chiringuitos donde comer: enormes piezas de carne a la brasa, longanizas, salchichas…y todo esto con exquisitas guarniciones de patatas y rehogados de verduras. Y claro, con unas frescas y grandiosas cervezas húngaras. Aprovecho para tomar algo, viendo y respirando este ambiente joven, del que puede presumir que tiene Budapest.
 

 En unos de los extremos de la plaza, unos curiosos chorros de agua suben y bajan al ritmo de una alegre musiquilla. Los críos y no tan críos juguetean con el agua intentando pasar por los chorros cuando estos no echan agua. Como es normal más de uno termina mojado, aunque con este intenso calor, viene hasta bien.
 Me traslado ahora a la cercana avenida de Andrassy, una de los más elegantes y señoriales de Budapest, con unos tres kilómetros de longitud.
 En esta zona se encuentra la Opera Nacional, siendo éste el edificio más notable del primer tramo de Andrassy. De estilo neoclásico, está inspirada en la Ópera de Viena. En su fachada se combinan elementos de columnas y balcones ornamentales, mientras que en su interior está dominado por la exuberancia ornamental. No llegué a entrar en su interior, pero por información obtenida por algunos medios, éste está formado por un vestíbulo con murales, columnas, lámparas y bóvedas del techo, así como una escalera principal con murales que representan a las musas.
 La gran sala de representaciones completamente recargada de dorados y el techo pintado con escenas que representan a los dioses en el Olimpo.

En la misma avenida nos podemos encontrar con algunos edificios de gran belleza, destacando sobre todo sus entradas.

 En la ópera hay concierto a esta hora, con lo que muchas personas elegantemente vestidas con trajes de gala esperan en las puertas para el incio de la obra.
 Cuando llego a la plaza Oktogom giro por la avenida Erzesbet (empieza el barrio judio) y paseando por sus calles me dirijo al restaurante Frici Papa Kifozdeje c/Kiraly nº 55.
Excelente lugar donde comer muy barato y comida de calidad. Ya lo tenía anotado en mi agenda antes de venir a Budapest, me lo recomendaban en varios foros, y yo en el mio propio también lo recomiendo. Pido la carta, y entre todos los platos que hay me recomiendan el Rakkot krumpli, un graten de patatas con una sabrosa salsa, y como no una enorme cerveza húngara. Todo, en torno a cuatro euros. Formidable.



Ya pasadas las ocho de la tarde sigo avanzando por esta misma calle con dirección a la plaza Deak Ter. Me llama la atención, y muchísimo, que estando tan cerca de la elegante zona de ópera (voy por una calle paralela), esta zona cambia radicalmente de estilo: muchas hamburgueserías, comidas rápidas, pizzerias, ambiente joven en general y lugares muy baratos donde hacer bocado.

  Ya en la plaza Deak Ter, me siento durante un buen rato en uno de los muchos bancos y me pongo a observar el enorme ambiente joven que hay en la plaza.

 Según avanza la tarde, son más jovenes los que dan cita en los muchos bares de copa que hay en la plaza.
 Muchos de ellos se instalan medio tumbados en las zonas ajardiandas, otros prefieren sentarse en los asientos de las terrazas. El ambiente está servido. En el banco en el que yo estoy, un brasileño no para de hablar y preguntar a todo el que pasa por aquí. Una chica hungara que está sentada justo a mi lado es diana fácil para el brasileño, está claro que con otras intenciones de ligoteo. Una enorme noria hay instalada en uno de los extremos de la plaza, no me monto pero evidentemente desde lo más alto debe tener buena vista.

Ya sobre las 21:30 me voy retirando hacia el albergue, cuando llego todos los jovenes mochileros se han puesto guapos para vivir la marcha nocturna de Budapest, yo ya no estoy para estos tutes, además ha sido un día largo con lo que me voy a descansar.

Día 3. Budapest-Viena



CONTINUA EN PARTE II
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